Por su liderazgo, María Eliza Manteca fue reconocida a escala internacional. Con el Premio Rolex, los organizadores del evento reconocieron -sobre todo- la tenacidad de esta mujer que comenzó como empleada doméstica en Quito y fue derribando obstáculos sistemáticamente, siempre con un objetivo: mejorar las condiciones de vida de la gente. Nacida en la población de Guallupe (Imbabura), dejó su hogar a los 15 años y trabajó en Quito.
Con lo que ganaba como empleada, pagaba los estudios para terminar la primaria y luego la secundaria. Pasó por ser vendedora, obrera y desempeñó otros oficios. Por fin, con el título de Auxiliar de Enfermería en la mano, regresó a Guallupe y empezó una actividad de promoción de la salud en la que, inicialmente, sus únicos aliados fueron las ganas de trabajar.
Gracias a ese empeño, el centro de salud de la zona se convirtió en un espacio en el que los campesinos encontraban un tratamiento para la enfermedad de sus hijos, consejos sobre nutrición o higiene. Cuando el Ministerio de Salud decidió trasladarla a otro centro, Manteca regresó a Quito. Conoció el bosque de Las Golondrinas, y organizaba caminatas. Así comenzó su proyecto sustentable.
Ley de Comunicaciòn
‘No son los medios los que pierden, es la ciudadanía’
Entrevista a Mario Jaramillo
Rector de la Universidad del Azuay
Redacción Cuenca
¿Cómo ve la universidad el tema de la profesionalización que se plantea en el proyecto de ley de Comunicación que trata la Asamblea?
La universidad, en principio, sí piensa que la profesionalización de los periodistas es una manera efectiva para mejorar el tratamiento de la información. Las actividades humanas que tienen que ver con la ciencia y la tecnología requieren de una profesionalización. Sin embargo, cuando esa profesionalización se convierte en una forma de obstáculo o cedazo para que determinadas personas no puedan ejercer el periodismo, creo que empieza a contrariarse la libertad.
¿POR QUÉ ESTÁ AQUÍ?
Su experiencia. Docente de 64 años. Desde 1992, es rector de la Universidad del Azuay y ha sido reelecto por cuatro ocasiones. Ejerce la docencia desde 1968 y ha sido profesor de educación media. Mantiene una columna semanal de opinión en diario El Mercurio, de Cuenca, desde 1975.
¿Cómo operaría este proyecto de ley según esta lógica del cedazo?
El Consejo de Comunicación con poderes plenos, como se lo planteó inicialmente en el proyecto, sí podía llegar a determinar qué personas pueden o no ejercer el periodismo. Esto, ni siquiera, a nivel de títulos o de formación, sino a nivel de personas partidarias o no partidarias de un régimen cualquiera. Cabe anotar que han surgido cambios tras las conversaciones que han mantenido los asambleístas de oposición con los que impulsan ese proyecto de ley. Pero, igual habrá que esperar los debates.
¿La profesionalización es una verdadera garantía para el tratamiento efectivo de la información periodística?
La historia del país nos muestra que los periodistas, especialmente de opinión, no son personas que han hecho periodismo. Antes de que existiera la carrera de periodismo, la gente ya ejercía este oficio sin ser profesional. Me parece que para áreas que tienen que ver con la elaboración de noticias, crónicas… sí se requiere de esa profesionalización.
Hay personas que ejercen este oficio en temas económicos sin tener el título de periodistas. ¿Es necesario el diploma en comunicación?
No , porque para manejar ese tipo de temas se necesita gente con formación y capacitación en esa área. Obviamente, debe tener una visión equilibrada y objetiva de su campo, para que el lector o el ciudadano común que está pendiente día a día de los medios pueda tener una visión profunda, con un lenguaje sencillo de lo que ocurre en ese campo.
¿Al interior de la Universidad cómo se ha seguido y debatido este proyecto de ley?
Lo hemos dicho en público: este proyecto de ley es un riesgo para la libertad de expresión. Todo lo que limite esa libertad esconde signos de un incipiente totalitarismo que tiene que ser combatido desde el principio. El proyecto de ley de Comunicación entra en un conjunto de proyectos que se debaten en la Asamblea y que apuntan hacia una concentración total y malsana del poder. Lo mismo sucede con los proyectos de ley de Educación, de Aguas y otras. En definitiva, lo que se ha pretendido es concentrar todo el poder en un Consejo con diferentes nombres que sea todo poderoso, en donde la cabeza es un delegado del Presidente de la República, que en definitiva será un empleado.
¿Por qué este proyecto de ley pone en riesgo la libertad de expresión?
El momento en que exista un registro obligatorio de medios, aunque no se diga que se está controlando la información, se está poniendo una presión. Es una suerte de espada de Damocles sobre los medios y los periodistas para que sepan que cualquier momento pueden ser suspendidos en sus actividades .
¿Esta ley cómo le afecta al ciudadano que no está vinculado a un medio?
Los medios son una parte, yo diría la menos importante. La otra parte y la más importante es la ciudadanía. Los medios existen en función del ciudadano, que lee, ve y escucha las noticias. Con toda la importancia que tienen los medios aún sigue siendo menor frente a la importancia que tiene la ciudadanía que es la que, en definitiva, tiene el derecho a ser informada de forma objetiva y veraz. Eso hay que insistirle al país: no son los medios los que pierden, es la ciudadanía.
Los llamados medios públicos no tienen mayores regulaciones en el proyecto…
Son medios completamente subordinados, totalmente dependientes, con una direccionalidad única. El Gobierno no tiene necesidad de controlarlos porque son sus funcionarios, son sus empleados. Son medios de propaganda, no de comunicación.
¿Es positivo el acuerdo que lograron la oposición y el oficialismo sobre esta ley?
No sé cuál vaya a ser el resultado. Nosotros, en las universidades públicas y privadas, no tenemos una buena experiencia. La Senplades y otras dependencias del Gobierno llamaron insistentemente a las universidades, participamos en una serie de foros para debatir la ley de Educación Superior. El Gobierno tiene razón cuando dice que hubo debate, pero los puntos a los que llegamos luego de tantas reuniones no fueron tomados en cuenta.