El Gobierno se abrió varios frentes antes del 19M

protesta.

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Los dirigentes de la marcha recalcaron que los “de la derecha” no estuvieron con ellos. Foto: Eduardo Terán / El Comercio.

El argumento de la fanesca política tiene su segunda aparición. Después de la reunión de alcaldes opositores, el 23 de febrero en Cuenca, el presidente Rafael Correa volvió a usar esa expresión para referirse a la marcha del jueves pasado.

En una entrevista el jueves en Riobamba, donde realiza un Gabinete itinerante, dijo que la manifestación -en la que participaron cerca de 70 000 personas, según los organizadores- fue una “fanesca de reivindicaciones”. El Presidente aseguró que es su derecho marchar, pero que “estamos en nuestro derecho de decir que marchan falsariamente, porque ni siquiera hay propuesta”.

En realidad, las consignas fueron variadas y no solamente guiadas por los sindicatos y los indígenas, que lideraron la movilización. Además del Código Laboral se expresaron otras preocupaciones como los efectos de las salvaguardias arancelarias, las políticas petrolera y minera del Régimen, el acceso a la educación superior, el discurso frente a la sexualidad, el ataque constante al humor, las enmiendas a la Constitución...

Así como los pedidos, los asistentes fueron variados: ciudadanos de clase media, estudiantes de universidades privadas, trabajadores privados, abogados, médicos, amas de casa. Las ideologías no fueron impedimento en el momento de marchar y revelan que el Régimen se ha abierto varios frentes de confrontación con la ciudadanía.

Por ello, Correa habla de “fanesca”. Incluso la mañana del martes, el sector del edificio de la Matriz del Seguro apareció empapelado con pósteres que mostraban un plato de fanesca y bacalao.

Pero esta referencia, a criterio del analista político Luis Verdesoto, es positiva. Él señala que la diversidad de la sociedad se está expresando en formas de convergencia para enfrentar al Gobierno, que ha logrado que buena parte de la sociedad pierda, abriéndose varios frentes de oposición.

“A esto puede llamársele fanesca, al constituir una diversidad de identidades que se juntan en un solo plato, una sola plataforma. Estamos viviendo una recuperación de la democracia por múltiples poros”, aseguró.

Verdesoto considera que esta respuesta del Gobierno ante las marchas del jueves, que se replicaron en otras provincias, demuestran que los mensajes de la sociedad no son recibidos por las autoridades.

Frente a esto, las organizaciones no descartan nuevas marchas. Édgar Sarango, presidente del Frente Unitario de Trabajadores (FUT), aseguró ayer que apoyarán el 26 de marzo próximo a la manifestación prevista por el Seguro Social Campesino y se alistan para la gran movilización del 1 de mayo, por el Día del Trabajo.

Para los sindicales, el argumento del Gobierno de que la marcha iba a ser algo orquestado entre la izquierda y la derecha no se sostuvo. “Queremos aclarar que la marcha fue del pueblo. La mentira de que marcharíamos de la mano con los banqueros no les dio resultado”, aseguró Mesías Tatamuez, presidente de la Confederación de Organizaciones Clasistas Unitarias de Trabajadores (Cedocut).

Sin embargo, desde el oficialismo no se ve así. Rosana Alvarado, vicepresidenta de la Asamblea, señala que siempre hay ciudadanos insatisfechos y que sus requerimientos pueden ser legítimos, pero “eso no puede distorsionar el balance del Gobierno”.

Para Alvarado, este tipo de manifestaciones son parte de un proceso regional para de­sestabilizar a los Gobiernos progresistas y “la muestra de esto está en las últimas marchas que se han dado en Brasil, Venezuela y Argentina”.

Ayer, en la Tribuna de los Shyris, frente a la sede de Alianza País en Quito, un grupo de simpatizantes se reunió con banderas de color verde. En las redes sociales llamaron a una “Vigilia por la democracia” y a “impedir que el pasado regrese” en esta concentración, que reunió también a asambleístas oficialistas y autoridades de Alianza País.

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