Arturo Campaña Karolys
Mientras el Juzgado IV de lo Civil de Manabí operaba a cargo de jueces enrolados como cuota de las pandillas que gobernaban el país, se lo calificó, por su trayectoria de corrupción contra ciudadanos comunes de la provincia, como “Juzgado del Diablo”.
En remplazo de tales jueces se nominó al Abg. Johnny Mendoza Medina, profesional y académico que se propuso sanear y dignificar la función, rescatando el Juzgado de las uñas de cierto poder político.
No obstante, su noble propósito, la justicia manabita debió sufrir el embate de personajes nefastos para su sistema de derecho, incluidos obsecuentes servidores de poderosos, injustamente investidos de magistrados. Días atrás, el juez Mendoza fue destituido por la Judicatura tras una jugada de poder maquinada por un politiquero de antigua ralea, hoy oscuro diputado alterno que sigue medrando a la sombra de su hija, una tierna diputada principal.
Haciendo gala de su influencia residual en los aparatos del Estado, ha conseguido eliminar de la función pública a un juez honesto, y se dispone a retomar el control en su reducto de corrupción.
Con la medida, el sujeto de marras estará bailando en “chulla pata”, pues se ha sacado de encima -temporalmente, ya que la justicia tarda pero llega- al menos dos sentencias que el Juez IV alistaba en contra suya y de su familia, por causas en las que la razón del derecho no les asistía. La sociedad manabita reconocerá el valor ético del Abg. Mendoza, hombre valiente e intachable, incapaz de venderse a las mafias.
Y la revolución ciudadana expulsará, más temprano que tarde, a los últimos amanuenses de la partidocracia incrustados en el Poder Judicial.