Finalmente, a los usuarios del servicio público de transporte urbano, cantonal o interprovincial nos tocó pagar más por el viaje en bus, tras el incremento de los pasajes.
No habría problema en destinar más dinero del bolsillo si no fuera por el pésimo servicio que recibimos cuando nos trasladamos. Malos tratos, pasajeros que van de pie, irrespeto en los tiempos de salida, correteos en la vía… Hay excepciones de empresas que mejoraron su atención al viajero, pero son muy pocas.
Con todos los beneficios que los transportistas han logrado de este Gobierno, lo lógico sería pensar que el servicio hubiera mejorado. Pero eso no ha pasado.
Los transportistas han conseguido casi todo lo que han querido por esa buena relación que han tenido con las autoridades gubernamentales; ya sea porque han sabido negociar o por su cercanía política con el movimiento oficialista Alianza País.
Recordemos, por ejemplo, que los dirigentes de los choferes, Luis Arias (de Guayas) y José Zapata (de Los Ríos), llegaron a la Asamblea por la lista 35.
Este sector obtuvo los subsidios estatales cuando el Gobierno decidió que no era el momento de incrementar las tarifas de los pasajes. También gozaron de otros beneficios, como la chatarrización, exoneración de impuestos a los vehículos importados, entre otros. Luego, como ya se acabaron las subvenciones, la Agencia Nacional de Tránsito expidió un nuevo tarifario, con un incremento del 25%. Ese aumento fue aprobado en el 2012, para ser aplicado este año y que empezó a regir durante este abril.
Ciertamente, que la aplicación de las nuevas tarifas fue condicionada a cambio de un mejor servicio; sin embargo, pasaron dos años desde la expedición y no se avanzó mucho. La semana pasada, el presidente Rafael Correa se reunió con los transportistas, para hablar sobre sus condiciones laborales.
¿Se habló del mal servicio o del maltrato que recibimos los viajeros frecuentemente? Nada se escuchó.