La nueva alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, durante su ceremonia de investidura el pasado sábado. Foto: AFP
Los turistas la adoran y sus habitantes están orgullosos de ella, pero más allá de sus bulevares arbolados, sus cafés con terraza y sus museos, la ciudad de Madrid alberga mucha desigualdad.
La nueva alcaldesa de la capital, Manuela Carmena, prometió volverla más limpia, más justa y menos corrupta tras 24 años de gobiernos del conservador Partido Popular.
Con 3,1 millones de habitantes, en su mayoría entre 25 y 59 años, es la más rica de las ciudades españolas, pero también de las más endeudadas y divididas.
“La desigualdad es enorme”, afirma Pascual Berrone de la IESE Business School de Madrid, coautor del índice Cities in Motion, clasificación de 148 metrópolis mundiales.
Con más de un cuarto de millón de desocupados, el desempleo golpea al 16% de su población activa, y aunque inferior a la media nacional (23,78%) , resulta desproporcionado para una ciudad con ingresos anuales per capita de 36 800 euros (USD 41 355) .
“Se ven barrios donde los niveles del desempleo son prácticamente menos de un dígito, y hay otros donde son alarmantes, de más del 20%”, dice Berrone. “En una ciudad moderna eso no puede ocurrir”, agrega.
Situada en 35º lugar en su índice, Madrid tiene mejores resultados en uno de sus criterios: en transporte público se sitúa en 7º puesto, pese a que los madrileños critican un fuerte aumento en su precio durante la crisis: +4,6% en 2013.
Teresa Sánchez, de 45 años, ha trabajado desde niña en el quiosco de prensa de su padre en Chueca, ahora conocida como el barrio de los homosexuales.
“Este era un barrio de drogadictos, muy poca gente vivía aquí” , explica. “Ahora es más rico, más bonito, más moderno”, reconoce.
Desde el fin de la “Movida madrileña”, el desenfrenado e irreverente movimiento cultural que sacudió la capital en los años 1980, gran parte del centro de la ciudad se fue aburguesando.
Así céntricos barrios como Chueca, Malasaña o Las Letras fueron renovados, atrayendo librerías y salas de arte que proponen una oferta alternativa a las grandes exposiciones del Museo del Prado o el Museo de Arte Contemporáneo Reina Sofía.
El sector artístico español sufrió duramente la crisis, pero al mismo tiempo los centros culturales alternativos florecieron en la capital, como La Tabacalera, un local asociativo en una antigua fábrica de tabaco.
Drama de los desahucios
Mientras en la lujosa Calle Serrano pasean banqueros de traje impecable y ancianas broceadas comen en las terrazas, en barrios del sur de la capital como Vallecas y Carabanchel alguna familia se ve expulsada casi diariamente de su vivienda al no poder pagar.
“Me preocupa especialmente el tema de los desahucios (…) no podemos perder ni un minuto” para frenarlos, afirma Carmena, determinada a atajar este drama social creando una oficina de mediación entre los afectados y los bancos. También con más viviendas sociales y un presupuesto de 79 millones de euros anuales en ayuda alimentaria para 100 000 madrileños necesitados.
A la muy controvertida alcaldesa saliente, la conservadora Ana Botella, se le reconoce haber empezado a reducir la deuda de la ciudad, de 7 000 millones de euros en 2013 a menos de 6 000 millones el año pasado, pero a costa de privatizar servicios como la limpieza.
Una huelga de barrenderos contra los recortes en noviembre del 2013 dejó durante dos semanas cubiertas de basura las calles de la capital cuando ésta apenas se recuperaba de la decepción de verse negada la organización de los juegos olímpicos del 2020.
Ahora la nueva alcaldesa se propone recuperar para el sector público los servicios subcontratados. “Eso tiene un problema”, afirma José Ramón Pin, experto en gobernanza de la IESE, “tendrá que rescatar las subcontratas y eso cuesta dinero”.
Entre las muchas expectativas puestas en Carmena, los ecologistas esperan que solucione el problema de contaminación, denunciando que las emisiones tóxicas de los vehículos exceden con regularidad los límites de seguridad europeos.
Pero su llegada provoca también preocupación, especialmente entre los inversores inmobiliarios, acostumbrados a grandes proyectos urbanísticos como el que de 2006 a 2011 cubrió una autopista para instalar sobre ella una gran zona de recreo en los dos márgenes del río Manzanares.
Especialmete desde que Carmena anunció que reexaminará algunos de los grandes proyectos en curso para detectar posible sobrecostes injustificados.
Entre ellos, la conocida como Operación Chamartín: 17 700 viviendas, tres estaciones de metro, rascacielos, oficinas y comercios sobre 3,7 km de avenida al norte de la capital por 6 000 milliones de euros y actualmente paralizada a la espera de lo que decida el nuevo equipo municipal.