El Nacional
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MacaráVíctor Vizuete. Quito
Para Macará, el ídolo del fútbol de Tungurahua, ayer fue un día de gloria. El abrazo efusivo que se dieron jugadores, cuerpo técnico y directivos en el gramado del Olímpico Atahualpa, luego de terminado el partido contra El Nacional, fue interminable.
No era para menos. El empate a un gol con la escuadra criolla bastó para que el equipo ambateño, fundado el 25 de agosto de 1939, se clasificara por cuarta vez en sus 70 años de existencia a una liguilla de la máxima categoría del fútbol ecuatoriano.
La figura
Enrique Gámez marcó y habilitó con firmeza
Enrique Gámez, ‘El sarapa’ jugó ayer con solvencia, decisión y enjundia. Y en un puesto que no le es muy habitual: volante derecho. Incansable y voluntarioso, supo apoyar con claridad, tanto a sus delanteros como a sus defensas.
La contrafigura
Edmundo Zura sigue sin marcar goles
Cuando Edmundo Zura apareció en el fútbol nacional lo hizo de forma fulgurante. Lamentablemente, se ha ido apagando con rapidez. Su trabajo, ayer, fue intrascendente. Sin ubicación, reflejos ni eficacia, deambuló por la cancha.La fiesta se hizo extensiva a los 400 aficionados celestes, quienes, desde la general noroccidental, no dejaron de vivar a su equipo los 94 minutos del cotejo.
Poco les importó a los fanáticos ambateños que esta gesta de su querida casaca azul celeste se lograra ante un estadio casi vacío, pues los hinchas criollos, conscientes de que su equipo ya no tenía ninguna chance de clasificarse, simplemente, no asistieron.
Al final, la celebración de la pequeña barra celeste se hizo grande y su bombo insignia metió más bulla que una orquesta.
Ya en el plano futbolístico, el empate entre militares y guaitambos fue un reflejo verídico de lo que sucedió en el rectángulo verde de El Batán.
Un equipo sin ambiciones urgentes pero siempre presionado por su alcurnia, como es El Nacional, nunca puede darse el lujo de afrontar un compromiso con displicencia o con desgano.
Su actuación de ayer no se apartó de esos parámetros. Y aunque faltó la motivación, estuvo presente el profesionalismo y la vergüenza deportiva de sus integrantes, quienes siempre buscaron el gol de Wilmer Zumba, aunque con poca efectividad.
Lo que le faltó ayer a El Nacional fue fútbol, pues sus integrantes no estuvieron finos ni efectivos. Y a pesar de que sí tuvieron algunas oportunidades de anotar, solamente acertaron en una, a los 87’, cuando Jorge Ladines conectó con certeza un pase de Michel Jackson Quiñónez y venció la portería de Zumba,
En el otro lado de la cancha, en cambio, se plantó un equipo talvez con menos prosapia pero más decidido; más comprometido con el partido. Marchesini y sus dirigidos sabían que para lograr la ansiada clasificación no debían perder el encuentro. Y plantearon una estrategia adecuada para lograr ese objetivo.
El flexible 4-4-2 que delineó el DT argentino fue suficiente para anular las armas que esgrimieron los pupilos de Juan C. Burbano.
La posición de Enrique Gámez como volante derecho fue vital. ‘El Sarapa’ se convirtió en la dínamo celeste y trabajó con decisión, entrega y efectividad.
Su tarea fue complementada por el desempeño de Gabriel Fernández, el 10 macareño. Este, aunque con intermitencias, manejó los hilos del partido y, además, convirtió un gol de su marca a los 78’: un tiro libre perfecto que venció a Danny Cabezas y dio la clasificación a su equipo.