Tiene un doctorado en Estudios Políticos en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de Francia; profesor de la Universidad Complutense y de la UASB. Recién publicó el libro ‘Los actores y la producción de la democracia y la política (1979-2011)’. Foto: Pavel Calahorrano/ EL COMERCIO
Entrevista a Luis Verdesoto sobre el diálogo nacional y su relación con las marchas. Verdesoto tiene un doctorado en Estudios Políticos en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de Francia; profesor de la Universidad Complutense y de la UASB.
Hay diálogos, marcha indígena, paro nacional. ¿Cuál es el futuro de estos tres escenarios que vive el país?
El futuro del diálogo está estrechamente ligado al resultado del paro. Si el paro es exitoso, ese diálogo deja de existir; si es un punto intermedio, se puede estirar este diálogo en el tiempo como una medida de amortiguamiento. Pero si fracasa, el diálogo también porque va a venir el hecho de querer aplastar a los otros.
¿Cree que los sindicatos midieron eso?
Creo que están diciendo que quieren abrir los oídos de un Gobierno sordo para que se pueda dar un paso estratégico más allá de esta coyuntura. Este paso son las enmiendas, pero esta tiene un eslabón débil: cómo darle continuidad entre el paro nacional del 13 de agosto y diciembre, cuando se debatan las enmiendas en la Asamblea.
La clase media nunca ha sido proclive a sumarse a las causas sindicales. ¿Las enmiendas permitirán que confluyan actores de orígenes tan distintos?
La reelección presidencial es la lucha contra el punto de fusión de todos los conflictos de un Régimen organizado a través de la concentración de poder y la personalización. Pero también cumple la función de dar luz a un acuerdo nacional, pero un acuerdo débil porque está basando en un punto débil: evitar la reelección de Correa. El poscorreísmo y el más allá no está claro y eso debe ser una construcción.
La adhesión de los transportistas al Régimen y no plegar al paro es algo simbólico porque el chofer es esencial a un paro nacional.
Los choferes son el elemento esencial para que el paro urbano se convierta en nacional. Frena la ciudad, pero no el campo. El chofer siempre ha sido una fuerza de choque. En América Latina siempre ha sido el que sale para que le rompan los vidrios con el respaldo del Gobierno o evita salir para que no le rompan los vidrios si no le respalda el Gobierno.
¿Cómo interpreta esta estrategia del Gobierno?
Ha elaborado una cosa que llamo la táctica del taimado. Es esto de sacar a estas bases sociales en cada uno de sus pueblos para que sometan a un asedio lento a los indígenas. Este asedio en Quito va a ser mucho más complejo si forma una trinchera alrededor de Carondelet que, de defensiva, puede transformarse en una ofensiva.
¿Y cómo?
Si fuera débil el paro en Quito, seguramente ellos tomarán la ciudad, darán un golpe sobre los indígenas y obreros que están en este momento en la ofensiva. Y la táctica del solapado es ese esperar detrás de la puerta.
¿Cómo cree que reaccionará la clase media?
Hay dos tipos de clase media. Una es la que va a apoyar el paro. Lo que no sabemos es si será un apoyo individualizado, como el médico que no atenderá ese día, por ejemplo, o si va a tener una participación más activa e intervenir en las manifestaciones, sobre todo aquellas que comenzarán a partir de las 16:00. El otro segmento es en realidad de ingresos medios, que tiene temor a cómo se reaccionará frente al embudo del ajuste (económico).
Ellos van a entrar y salir de la movilización. Seguramente van a expresar miedo, solidaridad, y ahí podremos medir en quién encuentran el liderazgo a la salida de su situación, si el Gobierno o la oposición.
¿Es ambigua la posición de los empresarios?
No van a hacer un paro empresarial; tampoco creo que se opongan al de los trabajadores.
Pero han mostrado un descontento con el Gobierno…
Los empresarios tienen dos expresiones. Por una parte, está asustado por un Régimen que les ha sabido golpear; por el otra, sabe que viene un ajuste. Además, los trabajadores no han abierto los brazos para una coalición más amplia. Pero esta se impondrá por la dinámica de los hechos.
Los empresarios además han perdido la conexión entre el grupo de punta -los invitados a la cena, el gran capital que ha estado con Correa- y la gran masa de empresarios de capital mediano y pequeño que no tiene qué ganar en esta coyuntura, sino participar de la pérdida.
Además, ya está abierto el calendario electoral…
Sí, pero lo que está dando vueltas es la Asamblea Constituyente, que en los cenáculos nadie lo discute para que no le tilden de golpista.
Repetir los errores…
Tenemos una de las mejores constituciones elaboradas en términos de derechos y la peor en organización del Estado. Un Parlamento que no sirve para nada porque perdió la soberanía popular: no nomina nada, no controla nada, y lo único que hace es ser el obediente servidor del Ejecutivo para su legislación.
Además, tiene un invento de funciones del Estado del peor diseño de un estudiante del primer año de Derecho, como la participación ciudadana, que es una prolongación del Ejecutivo.
El Presidente dijo que modestia aparte, es uno de los más populares del mundo…
El Presidente consagró el tema de la autoestima, que es la riqueza subjetiva. En los últimos años se hacía un estudio de la pobreza subjetiva, que en muchos casos, la gente no reconoce su progreso en términos de consumo y se cree más pobre de lo que realmente es. En Ecuador vivimos el proceso opuesto: nos hicieron creer que somos más ricos de lo que objetivamente somos.
Finalmente, el problema no es que haya funcionado bien siete años, sino que ahora van a cobrar la cuenta por los siete años y se le va a preguntar dónde está la riqueza sobre la cual estábamos parados. En siete años habló tanto de millones y la gente se cree más rica de lo que efectivamente es.