Antes de consagrarse en el asfalto quiteño, Luis Tipán compitió contra la vida para encontrar un lugar en el mundo. A los 3 años se extravió de sus padres en las mismas calles que tiempo después le verían recibir el aplauso de los quiteños, cuando en seis ocasiones ganó la tradicional competencia atlética Quito-Últimas Noticias. Diario EL COMERCIO, un día después de la consecución de la hazaña de aquella sexta victoria, en la publicación del lunes 10 de junio de 1985, publicó que “alguien tomó la mano de aquel niño extraviado y se lo llevó al noroccidente, a Nono o quizás Nanegal.
El menor permaneció algunos años en ese lugar donde no le trataban bien hasta que “se escondió en la parte trasera de un camión y fue a dar… en alguna parte”. Luego, ese huérfano se encontró con Ernesto y Matilde, quienes lo adoptaron, “le vieron crecer y luego triunfar”.
Aquella criatura que recordaba llamarse Luis Tipán se convirtió en atleta, representó al país en pruebas de fondo por el mundo y el destino, como a millones de ecuatorianos, le llevó un día a ser un emigrante (vive en Nueva York). Pero Tipán en ninguna etapa de su vida se dejó vencer. Y dice que volverá para ganar otra vez, en la categoría Vilcabamba, la tradicional prueba.
LEY DE COMUNICACIÓN
ENTREVISTA A VIRGILIO HERNÁNDEZ
Abogado y asambleísta de alianza país
‘Hay la necesidad de un organismo de regulación’
Redacción Política
¿Por qué defiende una ley que regule la comunicación?
¿POR QUÉ ESTÁ AQUÍ?
Su experiencia. Es asambleísta de Pichincha en representación de Alianza País. También integró la Asamblea Constituyente de Montecristi. Desde su adolescencia estuvo vinculado con agrupaciones indígenas y campesinas. Esto le vinculó al movimiento Pachakutik.
Es fundamental que exista una ley, cuando no existe ley quienes finalmente imponen sus regulaciones son los más fuertes y más poderosos. Parto de la necesidad de que exista una regulación, que debe estar en el marco de la Constitución y en los convenios sobre derechos humanos.
¿Censura previa y responsabilidad ulterior son dos temas indivisibles?
En la ley hay que dejar claro que no puede haber censura previa, pero también hay que dejar en claro, tal como establece el artículo 13 de la Convención Interamericana de DD.HH., que tiene que haber responsabilidad ulterior por las declaraciones.
¿Rectificación, réplica y respuesta son temas que deben tener un trato distinto?
Es necesario establecer las diferencias. Las dos últimas tienen que ser un objetivo para lograr un debate democrático. La rectificación debe tener reglas muy claras porque es el derecho de una persona que siente que sus declaraciones han sido manipuladas…
¿La regulación de la programación puede ser parte de la Ley?
Lo que se establece en control de programación, que se ha recuperado de la Ley de Radio y Televisión, está desactualizado. Vemos que existen medios que son exclusivos en determinado tipo de programas. Hay emisoras musicales, culturales, que hacen información deportiva…
¿Está de acuerdo con el trato a los medios públicos?
Uno de los principales damnificados del proyecto de ley son los medios públicos. No hay una concepción de lo que son los medios públicos, les obligan que sean de información y educación en el sentido más plano de la palabra, pero se margina el entretenimiento, la creación de una cultura alternativa.
La Ley tampoco dice nada sobre los medios gubernamentales, que son distintos a los medios públicos…
Es que hay un mal tratamiento de los medios públicos, a costa de que son nacionales. Pero también hay locales. Hay que propender que haya medios locales, de las universidades. Los medios públicos no han tenido la posibilidad de hacer observaciones en el trámite de la ley.
¿Por qué discrepa con su colega Betty Carrillo en el tema de la profesionalización?
La profesionalización es un tema que no puede pasar. Es positivo que se estimule a la profesionalización de los comunicadores, pero no creo que sea una condición o un requisito. Es violatoria a convenios internacionales.
¿Cree en un Consejo regulador de la comunicación?
Creo en la necesidad de que exista un órgano de regulación. Hay una perspectiva liberal, ortodoxa, que cree que no debe existir ninguna regulación. Nosotros creemos que se debe recuperar el sentido de regulación porque, de lo contrario, los que mandan son los poderosos.
¿Regulación o control? Ese también es el debate…
Si no existe un consejo con posibilidades de control, ¿cómo se va a proteger a los ciudadanos? El papel del Estado no es solo proteger la libertad de prensa, sino también a los ciudadanos. ¿Cómo se puede proteger a los ciudadanos, si no hay un consejo cuando en los grandes medios se prejuicia y se trata mal a los roqueros y a otras culturas urbanas?
Varios sectores proponen que en estos casos actúen los jueces…
Eso me parece el mayor absurdo. Si no hay una instancia administrativa, todo se va a judicializar. Es una barbaridad lo que proponen los sectores de la derecha. Si el Consejo no tiene la capacidad sancionadora, todo se va a judicializar. Esto es un ostracismo de la derecha, que no tiene argumentos para defender que no quieren ningún control.
¿Un medio puede ser sancionado con un informe del Consejo de Seguridad?
Es una barbaridad. Está en contra de la Constitución.
En la integración del Consejo, si bien el proyecto da al Ejecutivo dos delegados, hay la sospecha de que los otros cuatro pudieran ser captados en el mecanismo de selección propuesto…
Entonces es necesario que busquemos un mecanismo de selección que garantice la participación de la sociedad civil. Tampoco estoy de acuerdo con que estén en el consejo los representantes de la Aedep, de AER, de los canales de televisión… Ellos representan los intereses de los grandes medios.
¿Tiene una alternativa para integrar este Consejo?
Pudiéramos pensar en un gran tribunal de honor, con personalidades que garanticen la idoneidad de sus actuaciones.
¿Debe constar el tema de las frecuencias dentro de la Ley de Comunicación?
Yo creo que sí, porque tiene que ver con la propiedad. A través del monopolio de las frecuencias lo que se logra es influir en el derecho a la información que tienen todos los ecuatorianos.