Redacción Cultura
Para Fernando López el desarrollo de su arte ha sido análogo al de su vida: “Un camino que está hecho de múltiples entradas tomas sin saber adónde te van a conducir. Pero cuando regresas a ver, te das cuenta de que hay una coherencia, un sentido interno, un proceso resultante de esas muchas variantes que tomaste”.
Esas variantes y esos procesos se evidencian con mayor claridad en la obra gráfica que ha desarrollado el autor en más de 35 años de carrera. Ese precisamente es el nombre que ha escogido para la exposición que ahora presenta en las salas Miguel de Santiago, Eduardo Kingman, Oswaldo Guayasamín, de la Casa de la Cultura Ecuatoriana.
El criterio de selección ha sido, sigue el autor, echar una mirada sobre los diversos temas que han ocupado su producción desde los inicios de su trayectoria. Esas temáticas atraviesan la política, la ideología, la vocación artística y, sobre todo, el cuerpo humano en sus posibilidades eróticas.
Juan Carlos González, un estudiante de arte, quien visitó la muestra la semana pasada, destacó esa variedad temática como uno de los elementos más interesantes de la exposición. “Hay muchas posibilidades para leer esta propuesta. Y aunque talvez no te gusten algunas partes, hay otras muy diferentes en las otras salas y que parece que pertenecen a otro artista”.
Desde la misma entrada se puede reconocer ese espíritu inquieto de la muestra con las variantes sobre el Oficio del artista, una colección de grabados que reproduce las ideas -o los prejuicios- sobre tal oficio. Los cuadros presentan a un hombre con los ojos cerrados, embebido en sus propios sueños con los brazos cruzados sobre un libro. La serie experimenta cromáticamente sobre el mismo motivo en una especie de mural-collage.
En esa misma línea de experimentación por vía de acumular imágenes sutilmente diferentes, se ubica la serie dedicada al Che Guevara. Aquí se presenta una línea de rostros que van transformándose desde la cara de Jesús hasta la del Che. Más allá de las intenciones ideológicas del autor, la serie gana fuerza por las pequeñas alteraciones que, en conjunto, crean una metamorfosis provocativa e interesante.
Pedro Galárraga, estudiante de Ingeniería Electrónica, se sintió particularmente motivado por las escenas eróticas de la muestra. “El cuerpo femenino está muy bien representado. La oscuridad y la magia de las formas están bien dibujadas”.
El dibujo en realidad es una de las preocupaciones constantes de Fernando López: “En el dibujo es donde se ve realmente la fuerza del artista. Los experimentos pueden ser muy agudos y tener muchas ideas, pero si no hay una base fuerte en el dibujo se corre el riesgo de quedarse solamente en el mero gesto”.