Los lojanos rescatan el valor de sus palabras

La comida típica de Loja. Foto: EL COMERCIO

La comida típica de Loja. Foto: EL COMERCIO

La comida típica de Loja. Foto: EL COMERCIO

Achachay (frío), apicotado (atado), buchido (persona u objeto cargada a su espalda), sambate (humita)… son algunos modismos que perduran entre los lojanos. Son palabras utilizadas en actividades cotidianas o en actos festivos.

El cantautor Trosky Guerrero, quien también realiza estudios sobre la población migrante de la provincia, compuso la música de ‘Añoranzas’, una letra escrita por Benjamín Ortega hace 35 años.

En este trabajo musical se usan algunos modismos lojanos como fifirriche (flaco) y chimicuro (pájaro negro). Según el artista lojano, esta canción ha sido interpretada en varios escenarios nacionales e internacionales. La última ocasión fue en marzo pasado en islas Canarias, en España.

Los lojanismos, dice Guerrero, se formaron con la mezcla del español y el quichua. El catedrático de la Universidad Técnica Particular de Loja, Galo Guerrero, está de acuerdo con ese criterio. Y especifica que son aportes de los paltas y saraguros, que se heredaron.

Según el cantautor, por esta forma de conversar, el lojano es conocido e identificado en todo el país. “Y cuando se radican en otras partes llevan como patrimonio su léxico y la mayoría no lo pierde”.

Los lojanismos también han sido destacados en obras literarias como ‘El Éxodo de Yangana’ de Ángel Felicísimo Rojas, y ‘La Emancipada’, de Miguel Riofrío, y ‘El Huerfanito’ de Pablo Palacios.

Ellos citan estas palabras y las identifican con la historia de los pueblos rurales. Otro ejemplo son los poemarios y canciones del escritor Benjamín Ortega.

En las conversaciones de los campesinos se escuchan más estos lojanismos. Olger Rojas, de 72 años, quien vive en Catacocha, la cabecera cantonal de Paltas. Cada domingo vende en el mercado central objetos que fabrica como las sinchas, que son tiras trenzadas y elaboradas con cuero de res o chivo. Son colocadas a los caballos para sujetar la carga.

Su forma de comunicarse es llamativa, porque en las conversaciones recurre a estos modismos. “Los chimbiricos (renacuajos) invadieron el charco donde criaba las tilapias, por eso no tengo dinero y debo elaborar más sinchas, chicotes y cherecos (semillas que reemplazan a las bolas de cristal) para venderlas”, le contaba a una de sus clientas.

El lojano Willian Brayanes dice que en su familia siempre recuerda estas palabras, que en algunos casos ya están olvidadas. “Hay términos que se modificaron por las nuevas costumbres de lenguaje”.

Cada año asiste a los conversatorios sobre el patrimonio inmaterial de la provincia que organiza la Universidad Técnica Particular de Loja. Los modismos tienen un espacio principal. Tienen invitados especiales y es abierto al público.

Cada mes también hay actos internos donde participan historiadores y alumnos de lenguaje. En estas tertulias, los asistentes recuerdan las palabras más comunes identificadas como lojanismos. También coplas y adivinanzas.

Para el profesor Galo Guerrero es importante que desde la cátedra se trabaje en una investigación que permita recopilar esta parte de la identidad, que también tienen otras provincias y que son parte del patrimonio inmaterial del país.

Según Galo Guerrero, hace 10 años, ocho expertos en Lengua se reunieron para armar el Atlas de Modismos de la provincia de Loja, pero el proyecto quedó inconcluso.

En este trabajo participó el lingüista Fausto Aguirre, quien visitó los 16 cantones lojanos para recopilar la información.

Teresa Mora recopiló 170 lojanismos con su significado. Fue presentado en el 2006 en la Casa de la Cultura y es considerado un referente en las tertulias de la Universidad Técnica Particular de Loja.

A estos espacios asiste Carlos Chalaco. Según él, uno de los aspectos poco debatidos es la soberanía lingüística, es decir, la defensa del lenguaje local como herramienta de identidad.
Chalaco tiene una página en Internet  donde recopila las palabras que son comunes entre los campesinos lojanos. Ya tiene 300 términos que están acompañados del significado y origen de cada palabra.

Según Chalaco, quienes conservan el léxico son aquellas personas que convivieron con familiares en el campo. En sus visitas a diferentes poblados de la provincia de Loja identificó que cada cantón o parroquia tiene sus particularidades o modificaciones.

Otra particularidad del lojano son los diminutivos. Para Guerrero, es una forma de demostrar aprecio. “El lojano pone diminutivos a nombres que no les queda bien fonéticamente, pero los pronuncia”.

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