Redacción Cultura
Ya en el ‘Marat/Sade’, de Peter Weiss, los actores caracterizaban a pacientes psiquiátricos que interpretaban, a la vez, un hecho de la Revolución Francesa.
En esta obra de culto, la locura era el motivo de la situación y también se hacía referencia, con alto grado de ironía, al teatro como vehículo terapéutico.
Dos vías que trascienden el encierro, para encontrar una expresión libre en el espacio escénico.
Otras obras de locura
‘Marat/Sade’ (afiche), de Peter Weiss, con la interpretación de la Royal Shakespeare Company, de Londres, bajo la dirección del maestro Peter Brook, se estrenó en 1964.
En el país, hace poco, Guido Navarro, director de Teatro del Cronopio, estrenó el unipersonal ‘El loco y la virgen’, una pieza basada en una leyenda medieval europea.
En la pasada edición del FITE Q/G se presentaron ‘Futuros difuntos’, del grupo español La Zaranda, y ‘Ayax, la locura de Sófocles’, del Attis Teatro, de Grecia.En la vía de la representación, la investigación se torna imprescindible para evitar el gesto vano y la caricatura. Actualmente, se encuentran dos obras en cartelera.
En el unipersonal ‘La herencia de Eva’, Valentina Pacheco encara este motivo desde una condición existencial y en relación a la carga del personaje de Eva.
Para la actriz, “interpretar la locura es instalarse en otra dimensión del ser”, pues es un universo personal que está más próximo a la creación, a la belleza, a lo inexplicable, a lo intangible…
La actriz visitó el Hospital San Lázaro para el remontaje de esta pieza, estrenada en 2007. El consejo surgió de la directora Marilú Vaca, quien hace dos años y medio dicta un taller permanente de teatro a 25 internos del centro psiquiátrico. A Pacheco, la vivencia le ayudó a evitar el prejuicio. “Fue muy duro observar, tuve que batallar conmigo misma. Me sentía más introvertida y cerrada que ellos, pero el conflicto se resolvió dentro del juego teatral”.
Este proceso actoral se empata con el emprendido por el guayaquileño Luis Mueckay, hace 15 años, cuando empezó su labor con ‘Diario de un loco’. La obra está basada en textos de Nikolai Gogol y Daniel Bohr y la interpreta junto a Michelle Mena.
Al inicio, el actor visitó periódicamente el Hospital Lorenzo Ponce. En aquellos días, Mueckay constató que la creatividad es un aspecto innato de los pacientes psiquiátricos. También se acompañó de entrevistas con psiquiatras y psicólogos, quienes le ayudaron a definir los grados de locura. “La locura no es un sinónimo de patología, la locura está en los impulsos del ser humano para redescubrir su mundo”, dice.
Con respecto al trabajo físico en la representación, Mueckay evitó caer en el estereotipo. Y si “Soy chueca” es uno de los diálogos de ‘La herencia de Eva’, la frase se dice par asumir la imperfección.
Por su parte, la experiencia de Marilú Vaca (aclara que no es terapeuta sino actriz), le lleva a considerar que el tema de la locura es muy subjetivo. “Se cree que desde la razón se puede abordar la locura y caraterizarla con lugares comunes, cuando, en realidad, la barrera entre estas dos categorías es un hilo delicado”.
El taller establece un espacio en el cual los pacientes desarrollan actividades creativas, se expresan dentro de sus capacidades, ya sea verbal o corporalmente. Con respecto a las limitaciones, Vaca dice: “muchas de estas son más evidentes afuera, donde la expresión se ve cortada por cuestiones culturales o religiosas”.
De estas actividades Paola Enríquez, psicóloga clínica, considera que se puede llegar a productos artísticos sorprendentes, pero la posibilidad de que estos espacios sean de crecimiento no tiene precio. “El proceso es valioso por el camino mismo y no tanto por el resultado”.