Las lluvias convierten los escombros en criaderos del transmisor del zika

Las fumigaciones se hacen de forma periódica en Jama para evitar que el mosquito Aedes se propague. Foto: Galo Paguay/EL COMERCIO

Las fumigaciones se hacen de forma periódica en Jama para evitar que el mosquito Aedes se propague. Foto: Galo Paguay/EL COMERCIO

Las fumigaciones se hacen de forma periódica en Jama para evitar que el mosquito Aedes se propague. Foto: Galo Paguay/EL COMERCIO

Pasó lo que se temía. Las lluvias golpearon los improvisados refugios de los damnificados del terremoto y el agua se acumuló en baldes, tanques sin tapas, ladrillos, bloques...

Todas estas cosas se han convertido en potenciales criaderos del mosquito Aedes, transmisor de enfermedades como el zika, el dengue y chikungunya, como reconoce Roberto Gilses, director del Centro de Salud de Jama, en Manabí.

Carlos Alcívar, de 42 años, teme que alguno de sus vecinos o familiares se enferme por las condiciones en las que viven actualmente. “Eso sería tener mucha mala suerte”, dice. Él se contagió de dengue antes del movimiento telúrico y dice que el malestar solo agudizaría la situación.“Los dolores en las articulaciones y extremidades son insoportables”.

Para evitar que eso ocurra, hay una estrategia nacional de las autoridades de Salud. Incluye fumigaciones. La semana pasada se vieron camionetas en las calles de Pedernales, Jama y Bahía, aplicando los químicos para evitar la reproducción de los mosquitos.

La Organización Panamericana de la Salud (OPS) advirtió hace siete días sobre una posible expansión de esos virus, y también de enfermedades como la hepatitis A o brotes de gastroenteritis y gripe.

Desde el terremoto del 16 de abril hasta el 27 del mismo mes, se han diagnosticado 129 brotes epidemiológicos, según el Informe Epidemiológico publicado por el MSP, solo en Manabí.
De estos, el 22% (29) corresponden a dengue sin signos de alarma, 21% (28) a neumonías, 13% (17) a dengue con signos de alarma, entre otros.

Además, se ha reportado a una persona con dengue grave, quien se encuentra en el Hospital del Seguro Social de Portoviejo.
Comparando el año 2015 con el 2016, hasta la semana 16, que coincide con el terremoto, en Manabí se evidencia una reducción en la prevalencia del chikungunya y dengue sin signos de alarma, este último presenta una disminución del 54% y se ha presentado un incremento del 34% en neumonías.

Alcívar dice que en las zonas devastadas se ha evidenciado un incremento de mosquitos. Muestra como evidencia la espalda de su hijo pequeño. Neymar la tiene llena de granos pequeños y mucha molestia.

Su padre, ante la falta de medicamentos específicos para tratarlo, optó por una medicina natural. Es una especie de sustancia anaranjada y viscosa. Alcívar explica que toman la papaya y extraen el pigmento que queda en la cáscara para ponérselos en los picados. “Sale el veneno y se evitan enfermedades”, menciona el manabita.

Según Alcívar, estos remedios les fueron heredados por sus padres y abuelos. Pero el médico Carlos Soasti recomienda evitar este tipo de soluciones. Para él, lo mejor es buscar un especialista que descarte cualquier tipo de contagio vectorial por medio de análisis de laboratorio clínico.

Para frenar los brotes, el MSP está desarrollando el Plan de Intervención para la Prevención y Control de Enfermedades Transmitidas por Vectores en las Zonas Afectadas por el Terremoto.

Incluye la entrega de mosquiteros y campañas de prevención, en albergues y refugios. Los brigadistas hablan con los damnificados y los conciencian sobre la importancia de no tener agua acumulada. También se les practican chequeos médicos.

Además, en las zonas con alta presencia de mosquitos, 10 brigadas de las Coordinaciones Zonales reparten mosquiteros impregnados de insecticida. Esto, anunciaron, se mantendrá hasta junio.

Roque Solórzano recibió el viernes pasado un insecticida en aerosol. Fue parte de un kit de ayuda que le entregaron los militares que ahora se encargan de la distribución.

Eso alivio su preocupación por la cantidad de mosquitos que hay en su casa. En ese lugar se montó un pequeño refugio para toda su familia afectada por la emergencia. Son 20 personas, entre ellas seis niños.

“Estábamos a la expectativa de mosquiteros o insecticidas”, comenta Solórzano, oficial de Policía retirado. Tengo una niña, Raquel, de solo 2 años edad, que está expuesta a las picaduras. En su pierna la pequeña muestra dos granos grandes, hinchados. Aparecieron hace cuatro noches, luego de una intensa lluvia que se registró en Jama.

Carla Loor vive en ese cantón, cerca del estadio donde se ha instalado el Comité de Operaciones de Emergencia (COE cantonal). Su hermana, de 16 años, amaneció el jueves con fiebre y dolor en brazos y piernas. “Me imaginé que era zika”, dijo. Por eso la llevó a un puesto médico cercano.

Los análisis fueron negativos.Se trató de una intoxicación. Estos casos pueden darse por el consumo de agua contaminada, dice Rolando Salas, uno de los médicos voluntarios del sector. Por esto es que en los albergues se instalan sistemas de agua purificada. Aunque no todos lo tienen.

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