No solo algunos humanos le huyen al agua. Ciertos animales tampoco son muy amigos de este líquido, pero esto no quiere decir que sean sucios. Ellos tienen sus propios rituales de limpieza. Y algunos poseen comportamientos que pudieran ser tomados como extraños.
El tapir es uno de ellos. A él le encanta meterse en el agua y estar allí a sus anchas, pero lo más curioso es que defeca mientras está allí. Sino no puede. La zootecnista Paulina Andrade cuenta que no hay una sola ocasión que no haya notado este comportamiento en este tipo de animales que se encuentran en el zoológico de Guayllabamba.
En cambio, las tortugas galápagos solo se bañan si hay sol. Entran a la fosa, se remojan y salen. Si hay frío, ni hablar de un buen chapuzón, pues como son reptiles necesitan del calor del sol para realizar sus actividades metabólicas. Cuando las temperaturas bajan, guardan su energía aunque estén sucias.
Los osos tienen igual comportamiento. Andrade ha constatado que les encanta estar por lo menos 10 minutos en la poza de agua. Allí se sientan y se sacuden. También hacen un movimiento circular los brazos, como para lograr que el agua llegue a todos los rincones de su gran cuerpo. En cambio, los monos prefieren los baños comunitarios, por así decirlo.
Ellos se limpian mutuamente. Ciertas especies sí buscan el agua, pero solo para refrescarse. Y algunas hasta utilizan repelentes. Andrade precisa que es habitual que el de la conocida como machin tome una cebolla colorada y se unte en todo el cuerpo, para evitar ácaros y moscos.
En el mundo animal no faltan los baños de sol. A las llamas les gusta esta alternativa para estar limpias. Cuando hace mucho sol, se acuestan en la tierra y se dan vueltas y vueltas.
En realidad, la higiene es muy importante para los animales. Santiago Burneo, de la sección de Mastozoología de la Universidad Católica, precisa que ellos necesitan estar aseados por varias razones, “como mantenerse libres de parásitos, despojarse de restos de escamas, piel, pelos o plumas que se hayan acumulado, o evitar ser impregnados por olores que puedan interferir con la comunicación de sus propios olores corporales”.
Entre los mamíferos la forma más extendida de higiene es lamerse. Es decir, el pasar la lengua por el pelaje. Es el caso de los gatos.
Precisamente con este propósito, ellos tienen la lengua rugosa, para que funcionen como cepillos. Igualmente el lamerse puede ser un comportamiento que les ayuda para mantenerse frescos, pues pocas son las especies de mamíferos que son capaces de sudar como los humanos.
Sin embargo, hay muchas cosas que el hombre jamás haría al momento de asearse. El mejor ejemplo lo da el murciélago. Ellos prefieren tomar de cabeza su baño. Nada de agua ni de jabón. Tan solo usan sus dientes y garras para quedar limpiecitos.
Igualmente, existen animales que son unas verdaderas máquinas de limpieza, pues tienen incorporados en su cuerpo ciertos mecanismos que les permiten desentenderse de algunas actividades.
Burneo comenta que hay animales que cuentan con proyecciones carnosas en su lengua e interior de sus mejillas para limpiar sus dientes con el movimiento natural de la boca. Asimismo, algunos mamíferos como mangostas usan sus garras para separar restos de alimento de sus dientes. Y otros más afortunados tienen sus asistentes de limpieza.
Esto pasa sobre todo con ballenas, rayas, morenas y tiburones. Pequeños animales marinos ingresan a su boca para alimentarse de los molestosos parásitos de sus dientes. Es decir, tienen gratis el servicio de limpieza y desparasitación a cambio de alimento.
Y si eso fuera poco, también hay otros que tienen la ducha incorporada, por así decirlo. Son los elefantes. Ellos usan sus trompas para tomar agua, lodo o arena y expulsarlos sobre su cuerpo. Cada uno tiene un efecto diferente. Por ejemplo, el agua sirve para refrescarlos y con la arena y el lodo sacan los parásitos de su cuerpo. Burneo considera que estos baños son tan efectivos que animales como jerbos (mamífero roedor norteafricano) también los utilizan.