General Ernesto González dice que su libro del 30-S “no tiene interés político”

El general Ernesto González, autor del libro Testimonio de un comandante, sobre el 30-S, analiza el rol de las FF.AA. en el Estado. Foto: Julio Estrella/ El Comercio

El general Ernesto González, autor del libro Testimonio de un comandante, sobre el 30-S, analiza el rol de las FF.AA. en el Estado. Foto: Julio Estrella/ El Comercio

El general Ernesto González, autor del libro Testimonio de un comandante, sobre el 30-S, analiza el rol de las FF.AA. en el Estado. Foto: Julio Estrella/ El Comercio

La tarde de este 13 de enero, el general Ernesto González habló de su libro Testimonio de un comandante, referente al 30-S, cuando se produjo la insubordinación policial.

El oficial en servicio pasivo, que ese día estuvo al frente de toda la fuerza militar, señaló que "este libro no tiene interés político de ninguna naturaleza". Y aseguró que los temas abordados son institucionales.

“No estoy interfiriendo en la política, doy testimonio basado en hechos, experiencias y doctrinas. El texto propone alternativas que se deberían observar en temas de seguridad y defensa. Aborda el presupuesto de las FF.AA y sus nuevos roles. Hechos relevantes, históricos, y que han sucedido en el Gobierno de Rafael Correa. La adhesión de Ecuador a la Convemar. Son temas amplios, relacionados a la seguridad y defensa del Estado”.

El oficial dice que las FF.AA. deben cumplir su misión constitucional.

“Son una estructura básica en la vida del Estado. La autoridad que ejerce el Gobierno de turno debe ser moral, legítima y las FF.AA. son las encargadas del uso y monopolio de esas fuerzas para el bien común, no son políticas. La profesión militar debe comprenderse como una forma de vida distinta al resto de profesiones porque se deja el vivir normal y cotidiano. Es una vocación de servicio a la patria. El sacerdocio, tal vez, puede compararse con el accionar de las FF.AA. Lo correcto es seguir en democracia con la sociedad civil”.

Sobre lo que sucedió con el 30-S dijo que fueron momentos críticos, “para los cuales la institución nos prepara con duros entrenamientos, exigentes cursos. La carrera es altamente selectiva. Fue un momento complicado, pero somos una institución jerarquizada y actuamos con sinergia. La crisis pudo ser superada por el trabajo conjunto. El Presidente decide ingresar al Regimiento Quito. La primera vez no le dejaron, luego le permitieron entrar y allí fue vejado”.

En entrevista con Radio Platinum, González relató que el Presidente dentro del Hospital Militar continuó dando disposiciones a sus ministros.

“Hubo ruedas de prensa, trató de solucionar el problema con un grupo de los revoltosos, pero sin resultados. La lección que se extrae es que el más alto organismo que debe manejar estos temas es el Consejo de Seguridad Pública del Estado. Se observó que distintos funcionarios dieron sus disposiciones cuando la responsabilidad de la seguridad del Presidente estaba en manos de las FF.AA. porque ya hubo el decreto de excepción”.

González advierte que más allá de la semántica del secuestro o retención, en los hechos el Presidente no podía salir.

“El ambiente se deterioró cada vez más y si el Presidente salía podían ocurrir más cosas. El Primer Mandatario corría grave peligro, lo podían matar. De hecho eso querían. Hubo presencia de gente armada, cada cual actuando a su libre albedrío. La primera pregunta que nos hicimos es qué pasaba si lo mataban. Eso nos preguntamos para manejar la crisis. En el Comando Conjunto no trabajamos con la hipótesis de que alguien lo sucediera en el mando”.

La situación de ese día fue sui generis, dice el oficial.

“El Presidente secuestrado, pero ejerciendo sus funciones. Hubiera sido distinto si no se hubiese tenido conocimiento del lugar donde estaba retenido. Tenemos que avanzar en democracia y qué mejor que las FF.AA. avancemos en la misma dirección. Yo tenía la deuda moral de dar testimonio de hechos sin ningún interés político, sino desde el punto de vista institucional".

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