En la pomposa celebración de los ocho años del oficialismo en Yachay (15 de enero), el Jefe de Estado se llevó los aplausos y reverencias de sus acólitos al referir “que la Patria necesita emprendedores. La revolución requiere 15 millones de emprendedores”.
De las palabras a los hechos, parece que recién en el Legislativo se quiere poner atención a este segmento de ecuatorianos que hace patria y genera empleo sin estar en las tarimas, y dar paso al tratamiento de una ley.
De acuerdo con la agenda que difundió en estos días la Comisión de Desarrollo Económico de la Asamblea, después del receso legislativo se anuncia el tratamiento de una Ley de Fomento al Emprendimiento. En esa instancia reposan, desde el 2013, dos proyectos con similares propósitos; pero ahora se espera que llegue el proyecto oficial de Código del Conocimiento, para fundir en un solo texto esta necesaria normativa para el país.
Hace un poco más de un año, precisamente en enero del 2014, en esa Comisión se anunciaba que el tratamiento de una ley para los emprendedores era prioritaria, porque “el emprendimiento es clave para el cambio de la Matriz Productiva”. Transcurrió el tiempo y no pasó nada.
¿Por qué es necesaria una ley para el emprendedor? Para responder esa pregunta es necesario ver hacia otros países. Por ejemplo en España, mediante una ley aprobada en el 2013 se establecen condiciones que buscan incentivar al emprendimiento: creación de empresas en 24 horas, instalación de puntos de atención al emprendedor, incentivos fiscales, facilidades para acceder al crédito, nuevos tipos de sociedades, procedimientos ágiles de insolvencia, etc.
Pero uno de los aspectos claves de la Ley de Emprendedores española es que se preocupa de la formación de los educadores para el emprendimiento.El objetivo es que adquieran las competencias necesarias para trasladar esos conocimientos a los alumnos. Esto debiera ser parte del espíritu de la Ley de Fomento al Emprendimiento. Ojalá que así sea.