Catón Villacreces Jácome
Entre las opiniones sobre la Ley de Aguas (EL COMERCIO-2009-11-05), su autor escribe defendiendo el individualismo; felizmente en materias como derecho y política no hay dogmas sino solo teorías, es decir, opiniones.
En ese caso, se exacerba el individualismo al extremo de afirmar arbitrariamente que el texto constitucional adolece de un “equívoco”, pues mientras legisla que el derecho al agua es un derecho humano, es decir, de la persona natural privada, luego se contradice cuando afirma que es un “patrimonio nacional” -por eso debe estar en manos del Estado-; y, opina en contra de la “reorganización masiva” y la revisión de los ”derechos adquiridos”, es decir, que todo quede igual; precisamente un aspecto de la actual revolución son los Sistemas Integrales respecto a cada materia fundamental; de ahí el Sistema de Aguas.
Sorprende que todavía se tome al individuo como la medida de todas las cosas, parafraseando a Protágoras; la persona nace en una sociedad: la familia; por eso no se puede aceptar la ficción del contrato social, porque realmente no existe; no necesita de contrato alguno con la sociedad para deberse naturalmente a ella; el derecho y las libertades son anteriores al Estado. Pero el contractualismo sirve como fundamento de una democracia contradictoria y acomodaticia para la burguesía; hay democracia en todo, menos, por ejemplo, en una empresa. Ningún derecho individual puede ser absoluto; su afirmación tiene que pasar por su función social: primero el bien social, enunciado por Tomás de Aquino hace 500 años… El liberalismo individualista no permite la comprensión del nuevo enfoque del moderno socialismo solidario.