La gigantesca marcha realizada en Guayaquil no puede ser interpretada, como pretende el Gobierno, como una simple reivindicación rentística y una expresión local y aislada. La movilización porteña fue una manifestación rotunda en contra del modelo económico y político que se pretende imponer desde el Régimen, así como la creación de una plataforma contestataria con potenciales alcances nacionales. No hay duda de que la acción política del Alcalde de Guayaquil durante estos tres años ha sido sigilosa pero, también, altamente eficaz. Luego de descifrar correctamente el mapa electoral de Guayaquil y el país, Nebot comprendió claramente que su electorado favorecía también a Correa en la escala nacional. A pesar de las presiones a las que fue sometido para que encabezara desde el inicio una oposición radical, Nebot no perdió la perspectiva y se concentró en los temas municipales hasta asegurar su reelección. Luego del triunfo electoral, el Alcalde guayaquileño radicalizó su oposición al Régimen y desmanteló progresivamente los bastiones correístas de la ciudad.
Por vez primera en todos estos años, Nebot atacó al Régimen en ámbitos que rebasan la dinámica local. Temas como la crisis eléctrica, la ley de Comunicación, el modelo chavista como referente político y el legítimo derecho a la resistencia frente a un sistema autoritario y centralista, ocuparon buena parte de su enérgico discurso. ¿Por qué dio este salto? Existen dos hipótesis: El Alcalde comprendió que no era posible aislar y blindar a Guayaquil o aguardó simplemente el momento propicio para ocupar la arena nacional y tratar de convertirse en el líder de la oposición. Sea cual fuere la explicación, la marcha representa un duro golpe al Régimen y tendrá un claro efecto demostrativo en otras regiones y sectores del país.
Despreciar y burlarse de una expresión ciudadana tan contundente y masiva como lo han hecho varios funcionarios del gobierno, particularmente las ministras de Finanzas y Coordinación Política, es un error político de monta. En contraste con estos aturdimientos, el ex gobernador del Guayas, Francisco Jiménez, que vive en la ciudad -y aspira a caminar libremente por sus calles- reconoció el valor político de esta marcha. Resulta claro que el Gobierno no está dispuesto a ceder en su beligerancia a pesar de su debilitamiento sostenido y aparentemente incontenible. Las próximas semanas vendrán acompañadas de movilizaciones importantes de sectores variopintos y muy distantes a la postura e ideología de Nebot. El Gobierno apuesta a que las fisuras y diferencias ideológicas que separan a estos sectores impidan una acción protestataria más coordinada y, sobre todo, una oposición más orgánica. Sea cual fuere la interacción de estos sectores, Nebot y Guayaquil jugarán un papel central en la siguiente fase.