Jaime Plaza
Redacción Sociedad
Sin siquiera esperarlo, Uruguay dejó de registrar índices de emisiones de gases de efecto invernadero. Pero no porque no los produzca, sino por un ‘milagro’ imprevisto. Más de 60 000 hectáreas de cultivos de eucalipto, que florecen en zonas como Fray Bentos, hoy ayudan a absorberlas.
Iniciativas y desinterés
La Iniciativa Yasuní-ITT, que apunta a dejar el crudo bajo tierra en un pedazo de la Amazonia, es la bandera de Ecuador. La propuesta nacional incluye proyectos de energías alternativas como las hidroeléctricas.
Bolivia, al igual que Ecuador, Perú y Colombia, sufren una constante pérdida de sus glaciares. Por eso la delegación boliviana insistirá en el pago de indemnización desde los países desarrollados.
Chile y Argentina, pese a las reacciones aisladas de grupos ambientales, aún no asumen posiciones claras.Pero contradictoriamente, esos millones de árboles serán el alimento de Botnia, la polémica planta de celulosa ubicada a la orilla izquierda del río Uruguay y que mantiene confrontados a uruguayos y argentinos.
Sin embargo, no hay necesidad de conflictos similares para que Latinoamérica esté fraccionada. Al igual que ocurrió en la última reunión preparatoria en Barcelona, España, a la Cumbre Mundial de Cambio Climático, en Copenhague, Dinamarca, las delegaciones latinoamericanas llegarán cada quien por su lado.
Y eso preocupa, por ejemplo, a Rocío Valdeavellano, representante del Movimiento Ciudadano frente al Cambio Climático de Perú. Ella cree que a su país, al igual que al resto, le ha faltado promover un bloque regional y presionar a escala internacional por acciones contundentes.
Si bien países como México aparecen entre los 15 más contaminantes -1,6% del total mundial de emisiones, unos 27 000 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) anuales-, el aporte nocivo de Latinoamérica es insignificante frente a potencias como Estados Unidos y China.
Brasil, otro de los grandes contaminantes de la región, anda empeñado en producir biocombustible. Pero eso le significa acabar con cada vez más bosques amazónicos. Según la Unión de la Industria de la caña de Azúcar, la tecnología ‘flex-fuel’, implantada hace seis años en la flota brasileña de autos, evitó emitir más de 75 millones de toneladas de CO2.
Pero a cambio, en la zafra 2008-2009, por ejemplo, tuvo que producir 565 millones de toneladas de caña de azúcar para producir 25 700 millones de litros de etanol. Stephen Leía, periodista ambiental, asegura que eso encarece los alimentos y alienta la deforestación. Así, solo en los últimos cinco meses de 2007, casi 7 000 km² fueron talados, en especial en el occidental estado de Mato Grosso.
De lo que se pudo deducir tras la reunión mundial de Barcelona, Costa Rica es visto como un país verde por sus iniciativas e imagen a favor del medioambiente. No obstante, cada costarricense emite 2,2 toneladas de CO2 al año. Este país produce 0,01% de gases con relación al total mundial.
Venezuela apuesta por el petróleo para asegurar el ingreso de divisas y por eso en Copenhague se identificará con esa línea.
Bajo ese panorama, Latinoamérica, pese a ser una de las más vulnerables ante el cambio climático, no trascenderá en la cita mundial, a iniciarse el 7 de diciembre.