Julio Echeverría reconocido politólogo. Foto: Armando Prado / EL COMERCIO
Entrevista al politólogo y catedrático quiteño Julio Echeverría.
¿Qué nos indican, ante un 2016 complicado económicamente, estas aperturas hacia la UE o la reafirmación de ingresos de capitales de China y otros países?
Frente a la crisis producida por la caída de precios de materias primas, Ecuador descubre la necesidad de contar con otras fuentes de financiamiento que provienen de la inversión externa y de los mercados a los cuales se había perseguido y en cuyas lógicas no se ha querido entrar. Esto nos demuestra que el modelo de Alianza País tiene una visión extremadamente elemental respecto a la importancia que tienen los mercados como instancias generadoras de desarrollo, de competitividad, de crecimiento para no depender solamente del extractivismo y del precio de las materias primas.
Y en medio de eso están los ciudadanos…
El ciudadano apunta a encontrar las posibilidades de un modelo económico que genera mejores condiciones de empleo, de ocupación que sean adecuadas. Es lo que se conoce como empleo digno, que protege al trabajador y al mismo tiempo le permite realizarse en condiciones más favorables.
¿Cómo confiar cuando se contrae el empleo?
Se contrae especialmente porque su generación está depositada en la capacidad dinámica del Estado en distribuir la renta proveniente de la renta petrolera. Si el modelo hubiera depositado en la generación de estructuras productivas que sean autosostenibles, las posibilidades de desarrollo y conservación del empleo serían mejores que las actuales. Ahora estamos en el desmontaje del modelo de un capitalismo rentista y eso necesariamente genera desocupación.
¿No fue el consumo el baluarte de esta revolución?
Es un consumismo sustentado en la importación de productos y un debilitamiento de las estructuras productivas locales. Lo que tenemos en este momento es una limitada solidez y sostenibilidad de los procesos productivos locales.
El 2016 será el año de funcionamiento de varios proyectos hidroeléctricos. ¿Cuánto incidirá en la economía inmediata?
El cambio de la matriz energética es un paso importante en el desarrollo de una economía, pero sus resultados no se van a apreciar en el 2016, sino en un período más largo.
¿Qué habría que hacer?
En este momento es importante una señal de apertura de la economía para ubicar nuevas fuentes de financiamiento de los procesos productivos: negociar acuerdos de libre comercio en que el Estado pueda fijar condiciones para el desarrollo y el fortalecimiento de cadenas productivas locales.
La palabra libre comercio está anatemizada…
Pero es cuando se tiene una visión religiosa según la cual el mercado es la encarnación del mal y no es vista como debería: una estructura necesaria para la innovación tecnológica y productiva.
El tema es que hay una ambigüedad de discurso: se cuestiona el libre comercio pero se dice que hay que ser también pragmáticos…
El pragmatismo es adoptado como una válvula de escape, como un expediente al cual hay que acudir para la supervivencia económica y no como una estrategia realista para ubicar la economía nacional en un contexto complejo como la economía global. Una mirada pragmática y no religiosa sobre el mercado trataría de identificar cuáles son los elementos que pueden ser aprovechados para dinamizar el desarrollo con el aporte de innovación tecnológica y productiva que provenga de las redes tecnológicas y productivas globales con las cuales hay que trabajar, negociar y asociarse.
Pero el mercado por sí solo es perverso…
El pragmatismo está justamente en saber qué condiciones de regulación son necesarias para reducir las dimensiones excluyentes o no deseables del mercado. Se es pragmático en la medida en que se puede negociar adecuadas condiciones con los mercados globales.
Mirando el 2015, las movilizaciones que más preocuparon al Gobierno no tuvieron que ver con temas éticos, como pudieran ser las enmiendas, pero sí económicas, como la Ley de las Herencias… ¿El ecuatoriano ha dejado de luchar por causas morales?
Uno de los elementos más negativos del modelo del correísmo es justamente haber reducido la percepción de lo que debe ser el desarrollo del país a una dimensión rentista básica. No hay espacio para la discusión de la ética política, de los grandes proyectos nacionales, del modelo económico. Lo que moviliza a los actores, sean políticos o sociales, es la percepción de que la renta disminuye y que por ello es necesaria la protesta. Es una condición regresiva en términos de la cultura política.
¿Y en qué queda la frase ‘es la economía, imbécil’?
El país debería estar en condiciones de discutir una economía que no se reduzca al reparto de la renta sino a la posibilidad de un modelo de innovación tecnológica y productiva que genere mejores condiciones para la sociedad en términos de calidad de empleo, consumo de más alta calidad y no quedarse en la disputa de la renta que proviene del presupuesto.
Es decir el cambio de la Matriz Productiva…
En alguna medida el modelo plantea la necesidad de transformar la Matriz Productiva. Pero cuando hace este planteamiento y se cierra a la lógica del mercado se cierra a la inversión productiva que es generadora de la innovación tecnológica. Es la retórica del antimercado y que al mismo tiempo impide favorecerse de la inversión.
Quién es
Politólogo quiteño. Es graduado de la Universidad de Trento, Italia, y ha sido profesor en distintas universidades en el país. Ha publicado libros como ‘La democracia bloqueada’ y ‘El desafío constitucional’. El próximo año presentará su nuevo volumen: ‘La democracia sometida’.
Su punto de vista.
Cuando se quiere ver el mercado desde una posición económica, se está cerrando las puertas a un contexto de la economía global que es la que demanda la innovación tecnológica y de conocimiento.