Edison Narváez (centro) realizó el 26 y 27 de marzo un recorrido en Sucumbíos. Foto: Archivo / EL COMERCIO
El Ejército se quedó sin su comandante titular. Este lunes, 7 de mayo del 2018, el general Edison Narváez entregó su carta de disponibilidad al presidente Lenín Moreno.
Lo hizo en horas de la mañana y luego se despidió de sus oficiales más cercanos. Narváez estuvo en la jefatura del Ejército desde marzo del 2017.
Aunque el oficial prefirió no dar detalles sobre las razones de su salida de la Fuerza Terrestre, en breves declaraciones para EL COMERCIO señaló que fue una decisión voluntaria y que esperaba la respuesta del Jefe de Estado.
Pero hasta las 17:00 de este lunes, ni la Presidencia ni el Ministerio de Defensa se pronunciaron sobre la salida del Jefe militar, y tampoco se conoció sobre quién sería el oficial que lo reemplazaría de forma definitiva. Actualmente, en el mando institucional quedan 19 generales. Los tres oficiales más antiguos son: Roque Moreira, Jaime Castillo y Roberto Rubio.
Este último será quien esté al frente del Ejército hasta que el Primer Mandatario elija al nuevo comandante, que podría salir de esta misma terna o de otra que elija el Mandatario.
Eso, por ejemplo, sucedió en la designación de Narváez. El entonces presidente, Rafael Correa, lo ascendió tras dejar afuera a tres oficiales superiores. En su primer discurso, Narváez habló sobre las nuevas amenazas que el país afrontaba y entre las problemáticas que detalló estaban el narcotráfico y el crimen organizado. En esa intervención también dijo que trabajaría por el fortalecimiento de la institucionalidad del Ejército, “para consolidar su estructura y mantener el sagrado compromiso de defender a la Patria y proteger a la ciudadanía”.
14 meses después, Narváez sale de las FF.AA. en medio de una crisis en la frontera norte. Legalmente aún le quedaban 10 meses más en el cargo.
Por la emergencia que se vive en la línea de frontera, el Gobierno destinó USD 3 millones para la comunicación de las operaciones de los soldados. Ese dinero fue transferido a la Fuerza Terrestre. Otros USD 5 millones fueron manejados por el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas.
Datos del Ministerio de Defensa indican que estos últimos rubros son para raciones alimenticias, movilización de tropas y equipamiento.
Precisamente, la falta de equipos y de armamento modernos fue parte de los problemas que Narváez afrontó en su gestión. Durante sus primeros meses al mando de la Fuerza Terrestre, el oficial detectó que los soldados no contaban con equipos especializados, como cascos con sistemas de comunicación, chalecos antibalas y botas que les permitan protegerse de ataques.
Además, los fusiles con los que operan los militares tienen más de 30 años de uso. A finales de marzo, anunció que ya se compraron 26 000 uniformes nuevos para las tropas.
La nueva vestimenta se instaurará en septiembre próximo y cada uniforme costó USD 200. Ese rubro cubre botas e indumentaria de tela.
En cuanto al armamento, Narváez planteó la necesidad de comprar nuevos fusiles, de cuarta generación, con miras telescópicas, lanzagranadas y que pueden penetrar agua y lodo. Otra característica que el excomandante del Ejército solicitó fue que los nuevos fusiles sean elaborados con materiales más livianos. La idea es que el peso de las armas no sobrepase las seis libras.
Sin embargo, no pudo concretar la adquisición de estos implementos.
Se prevé que esta semana se conozca la hoja de ruta que seguirán las FF.AA. para combatir a los grupos delictivos que operan en el límite fronterizo.
El nuevo ministro de Defensa, Oswaldo Jarrín, ha dicho que se reforzarán las seguridades en la frontera norte.
“El Presidente ha dispuesto que el Miduvi también participe en este proceso de seguridad que queremos aplicar en la frontera y por eso se hizo el reconocimiento”, sostuvo Jarrín, la semana pasada, tras ingresar a la población fronteriza de Mataje, en Esmeraldas.