En el último lote de Wikileaks se han incluido algunos sobre la Iniciativa Yasuní-ITT. En ellos la embajadora norteamericana opina que a la Iniciativa hay que darle importancia y que la protección del Yasuní es fundamental. Sin embargo siente que la hipersensibilidad sobre el tema de la soberanía, de parte del gobierno ecuatoriano, difícilmente permitirá que el proyecto se concrete. Duda que los mecanismos de garantía propuestos sean suficientes para avalar a largo plazo el cumplimiento de la promesa del Ecuador de no explotar el petróleo del ITT. Determina que las declaraciones del gobierno ecuatoriano, de que ha logrado compromisos con Alemania y España, no tienen suficiente fundamento. Constata que existen contradicciones en el gobierno entre los que quieren explotar el petróleo y los que quieren conservar la biodiversidad y finalmente, concluye que no encuentra de parte de las autoridades el compromiso suficiente como para llevar a cabo la Iniciativa. En esta larga lista de comentarios hay cosas verdaderas y otras que no lo son. Es cierta la ambiguedad en la posición gubernamental entre que quiere explotar el petróleo y lo quiere dejar bajo tierra. El hecho de que siempre se manejó el plan B de explotar el petróleo y de utilizarlo en la Refinería del Pacífico, generó constantes dudas de la verdadera intención del gobierno. A esto se suma la actitud amenazante contra los países aportantes, camuflada bajo una falsa idea de soberanía, que no toma en cuenta que en toda negociación internacional las partes que intervienen, por definición, renuncian a una parte de su soberanía.
La actitud patriotera impidió que se elabore oportunamente un contrato de fideicomiso que garantice el cumplimiento de la promesa de dejar el petróleo bajo tierra y de utilizar los recursos aportados para los fines que la iniciativa Yasuní-ITT había establecido. El gobierno siempre quiso tener mayoría en el directorio del fideicomiso, eliminando la facultad que tiene el administrador de hacer cumplir al fideicomisado (el gobierno) su promesa.
En lo que los Wikileaks están errados es en decir que los gobiernos de Alemania y España no se comprometieron en hacer los aportes respectivos. La verdad es que Erich Stather, Secretario de Estado en el Ministerio de Cooperación Económica de Alemania, encargado por el gobierno alemán de esta negociación, dijo que su gobierno está dispuesto a aportar 50 millones de euros anuales durante 13 años, sujeto a que esté vigente el fideicomiso manejado por un organismo internacional de prestigio y que otro estado, además del alemán, acepte hacer su aporte. El segundo país que aceptó fue España.
Cuando se filtran los Wikileaks se presenta una oportunidad para distinguir la verdad de la mentira.