Más sangre en Oriente Medio

Por los aires han saltado, en estos días, como ya ocurriera en el pasado, las posibilidades de un nuevo acercamiento entre el Estado de Israel y la Autoridad Nacional Palestina (ANP). Una coyuntura que pendía de un hilo.

En esta ocasión, la mecha que ha encendido de nuevo el conflicto en la explosiva región ha sido el secuestro y el posterior asesinato de tres adolescentes israelíes en Cisjordania, que ha sido la antesala del martirio y la muerte de un joven palestino, en Jerusalén.

A renglón seguido, las fuerzas del Estado Hebreo han bombardeado en más de 1 600 objetivos palestinos, con un saldo hasta ayer de al menos 80 muertos y 550 heridos. Al mismo tiempo, la gran mayoría de los más de cuatro millones de israelíes vive de nuevo el drama de los lanzamientos de los cohetes palestinos, que son cada vez más sofisticados.

La Ley del Talión impera de nuevo en una zona que, adicionalmente, ve con inquietud la agudización de una serie de conflictos, como los de Iraq, Siria e incluso Libia. Oriente Medio, otra vez, está en llamas, en medio de la cuasi indolencia e inacción de la comunidad internacional.

En el caso, de la confrontación israelo-palestina, el escenario se complica por las presiones internas que afrontan los líderes de uno y otro bando, el primer ministro Benjamín Netanyahu y el presidente Mahmud Abbas.

Por un lado, el dirigente hebreo se enfrenta con los reclamos de los líderes de ‘línea dura’ que insisten en una ofensiva radical y sostenida en la cada vez más martirizada Franja de Gaza, que es un Estado dentro de otro en la dividida ANP.

Por otro, Abbas -también conocido como Abú Mazen- se ve obligado a dar la cara por los cohetes disparados desde Gaza por los militantes de Hamas, un movimiento radical que está divorciado politica y militarmente de las autoridades palestinas. Él no tiene ningún control sobre la zona en la cual se torpedea cualquier intento de apagar un sangriento conflicto.

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