La gente mira un edificio derrumbado tras los violentos disturbios en Ferguson. Los manifestantes saquearon locales. Foto: AFP
Redacción Mundo. GDA, AFP (I)
Un gran jurado integrado por nueve blancos y tres negros emitió anteanoche un fallo que despertó de la peor manera la tensión racial siempre latente en Estados Unidos.
Barricadas, varios vehículos y 12 edificios incendiados, tiroteos, e incluso saqueos en los comercios, protagonizan desde el jueves por la noche uno de los capítulos más violentos de la historia de Ferguson, en el estado de Misuri, donde el pasado 9 de agosto el policía blanco Darren Wilson mató a Michael Brown, un joven negro desarmado que caminaba por la calle con un amigo.
La decisión de un jurado popular de que el agente blanco que mató al joven negro desarmado no será juzgado por falta de pruebas, encendió los ánimos en ese suburbio de Saint Louis, de unos 21 000 habitantes y de mayoría negra. 29 personas detenidas dejaron los disturbios.
A lo largo y ancho de Estados Unidos se repitieron las manifestaciones. Indignadas, miles de personas salieron a las calles en Nueva York y Washington, en repudio a un fallo que consideran alienta el racismo y hace caso omiso del uso discriminatorio de la fuerza que hacen policías contra miembros de las minorías.
Incidentes menores fueron registrados en Boston, Filadelfia, Denver, Seattle, Chicago y Salt Lake City. Mientras en el estado de California algunos grupos trataron de bloquear autopistas. “Justicia denegada”, “vergonzoso”, “sistema” defectuoso, fueron algunas de las calificaciones emitidas ayer, 25 de noviembre, por celebridades del cine y estrellas del deporte quienes expresaron frustración y conmoción.
El legendario jugador de baloncesto Magic Johnson, hoy retirado, dijo en la red Twitter que estaba “muy decepcionado con la decisión en caso de Michael Brown”. “Tenemos que trabajar juntos para detener la pérdida innecesaria de hombres jóvenes de color. La justicia no se hizo en Ferguson”, subrayó.
De los 60 testigos que pasaron frente al jurado, casi ninguno estaba seguro de qué fue lo que sucedió. “Muchos de los mismos testigos reconocieron que no vieron el tiroteo”, admitió el Fiscal del Condado de San Louis, Bob McCulloch.
Entonces, se apegaron a la versión del propio Wilson. Según él, todo comenzó cuando Brown, de 18 años, y un amigo caminaban por la calle y él les pidió que subieran a la vereda, a lo que hicieron caso omiso. Un atado de cigarrillos en la mano de Brown despertó la desconfianza del agente, a quien le habían reportado hacía instantes que habían robado un comercio cercano. Por ese atado de tabacos, el policía pidió refuerzos y colocó su vehículo frente a los dos jóvenes.
Según Wilson, Brown se violentó, golpeó la puerta del patrullero y cuando el policía sacó su arma, el joven lo provocó, lo llamó “cobarde”, agarró la pistola y lo amenazó. Ante los dos primeros disparos del policía, el joven huyó y el agente comenzó a perseguirlo. Acá es donde comienza la historia a tener varias caras.
“Los relatos de los testigos se contradecían sobre si Brown caminó, tropezó o volvió a atacar a Wilson antes de resultar herido fatalmente”, dijo McCulloch.
Los abogados de la familia Brown afirman que el adolescente intentaba rendirse cuando recibió los disparos, mientras que quienes apoyan a Wilson afirman que el policía temía por su vida y abrió fuego en defensa propia. Lo único que se sabe con certeza es que Wilson disparó 12 veces contra Brown, el último tiro le perforó la parte superior de la cabeza, y el cuerpo del joven cayó a unos 153 metros del patrullero.
El fallo del jurado, que escuchó 70 horas de testimonios, no fue novedoso en un país donde la mayoría de los policías que abren fuego no son procesados. Gozan del beneficio de la duda, gracias a una decisión de la Corte Suprema de 1989 que decía que el uso de la fuerza debe ser evaluado a través de la “perspectiva de un oficial racional en la escena”, y no ser juzgado después de los hechos.
La determinación del gran jurado no sorprendió pero sí enojó. La absolución de un policía blanco que disparó 12 veces a un joven negro desarmado en un suburbio de San Luis donde más de un 60% de los residentes son afroamericanos pero solo 3 de los 56 policías locales representan a esa comunidad, fue la gota que rebasó el vaso.