Invasiones amenazan la tierra ancestral

En el territorio donde se asentó la comuna tsáchila Filomena Aguavil se perdieron los predios ancestrales por una venta que aún genera polémica. Foto: Juan Carlos Pérez / EL COMERCIO.

En el territorio donde se asentó la comuna tsáchila Filomena Aguavil se perdieron los predios ancestrales por una venta que aún genera polémica. Foto: Juan Carlos Pérez / EL COMERCIO.

En el territorio donde se asentó la comuna tsáchila Filomena Aguavil se perdieron los predios ancestrales por una venta que aún genera polémica. Foto: Juan Carlos Pérez / EL COMERCIO.

Las tierras ancestrales de las etnias están reconocidas por el Estado y tienen prohibición de venta, invasión y embargos. Además, sus dueños acceden a una exoneración de impuestos.
Pero estos territorios, que la Constitución ampara en su artículo 57, ahora están bajo amenazas por invasiones y corren el peligro de desaparecer.

La Gobernación de la nacionalidad Tsáchila reveló datos de un sondeo en el que se evidencia que 10 059 hectáreas de las 19 119 que poseían se han perdido. En estas tierras desmembradas incluso ‘desapareció’ una de las ocho comunas de la etnia de Santo Domingo.

En el recuerdo de los nativos solo queda el nombre de Filomena Aguavil, el nombre que tuvo este pueblo que ocupaba 180 hectáreas en el recinto El Progreso, en la vía a la parroquia rural de Puerto Limón.

A este poblado se entra por una vía lastrada, rodeada de árboles de plátano y cacao. Allí se respira un ambiente de campo.
En el lugar todos conocen la historia de la comuna y cómo llegaron a esas tierras tras negociaciones informales de las que saben pocos detalles.

Pero nadie se atreve a hablar sobre ese tema a los extraños que llegan al poblado.

En los archivos de la nacionalidad hay constancia de los antecedentes de este caso que en el 2000 fue denunciado en la ex Corte Superior de Justicia.

En esa época se hablaba de que por 40 millones de sucres se tramitó la posesión de las hectáreas a favor de otras personas. Esto bajo la venia de dirigentes de la etnia.

Pero Luis G., quien formó parte de las negociaciones, señala que en los acuerdos se estableció que solo 40 hectáreas pasarían a propiedad de mestizos.

Asegura que esos predios no constaban como comuna jurídica de la nacionalidad y cree que el traspaso fue legal.

En la resolución se respetó que 140 hectáreas queden bajo el poder de los tsáchilas y para todas las personas que habitaban allí por más de 10 años.

El gobernador de la etnia, Javier Aguavil, dice que el diferendo debe resolverse luego que entre en vigencia la Ley de Tierras Rurales y Ancestrales que se discute en la Asamblea.

En el artículo 77 del proyecto de ley se incorpora la figura de la resolución de conflictos con el apoyo de la Autoridad Agraria Nacional. Refiere que cuando los problemas no se puedan resolver dentro de las comunidades, se debe pasar a instancias jurídicas.

Martha Aguavil, una de las últimas habitantes de la excomuna en conflicto, no conoce el paso legal que buscan dar las autoridades de su etnia.

Lo único que sabe es que en esas tierras viven solo cuatro familias de la nacionalidad de las 28 que en otrora había. El resto se quedó sin tierras y se fue a alguna de las otras siete comunas, a vivir con parientes.

Pero estos tsáchilas dicen que, como si hubiera un maleficio, en esos terrenos se ha repetido lo de Filomena Aguavil.
En la comuna Otongo Mapalí, por ejemplo, la Gobernación dice que en los últimos tres años se han perdido 2 378 hectáreas de las 2 878 que tenían.

Según el Consejo de Desarrollo de las Nacionalidades y Pueblos del Ecuador, en estos casos se evidencia “la invasión de colonos que siguen ampliando sus dominios sin respetar el derecho de posesión y adjudicación legalizado por el Estado”. Además, afirma que los propios líderes negocian sus parcelas.

En el Ministerio de Agricultura Ganadería, Acuacultura y Pesca señalan que aún no se puede intervenir en temas denunciados por las etnias porque está en marcha un marco jurídico en el Legislativo.

En lo que sí se avanza es en el proceso de legalización de las tierras que corresponden a las 14 nacionalidades y 18 pueblos de existencia ancestral.

En abril pasado, por ejemplo, se entregaron 71 títulos de adjudicación individuales de predios a indígenas del Centro Shuar Ampam y Shuar Yunkumas en Morona Santiago.

Algo similar se realizó con los pobladores de la nacionalidad Shiwiar, en la cuenca Alta del río Tigre, provincia de Pastaza.
Ellos recibieron escrituras notariadas de 111 000 hectáreas de territorio ancestral.

Entonces se dijo que se las entrega oficialmente al justo poseedor y se cristaliza el anhelo y sueño de tantos años de tener al fin sus documentos.

Suplementos digitales