Con motivo de los sucesos hondureños, el columnista del diario ABC, Gabriel Albiac, habló de “un subcontinente (centro y sudamérica) cada vez más empeñado en ser extensión hispanohablante del África devastada…”.
Lo ocurrido en Honduras fue calificado repetidamente de “payasada” y “sainete” en los medios de comunicación de España, los que dedicaron mucho espacio al tema, también en una especie de festivo sainete informativo enmarcado en el viejo esquema del ‘buen salvaje’ y el ‘buen revolucionario’.
Resulta cómico y chocante a la vez leer, ver u oír a los españoles dar cátedra sobre democracia, cuando en siglos de historia no pueden exhibir mas de cuatro décadas democráticas -bastante menos que muchos países latinoamericanos-, o cuando hablan del derecho de los ciudadanos a expresarse en referendos y consultas populares mientras ellos se lo niegan a los vascos.
En toda esa cobertura ha habido, sí, respetables coincidencias en condenar al ‘golpe militar’ y en señalar la torpeza de ‘los golpistas’, y a la vez en restarle autoridad a la actuación de Manuel Zelaya y en señalar críticamente la actitud y el doble discurso de la OEA que le abre las puertas a Cuba y condena a Honduras y de la ONU, la CE, y particularmente del Gobierno español, comparando sus dispares conductas respecto a Honduras por un lado y a lo ocurrido con las elecciones en Irán y las matanzas étnicas en China por el otro.
Otra coincidencia: la bienvenida a la mediación del presidente Óscar Arias. Todos se la damos y confiamos en que logre una solución feliz.
Seguramente lo conseguirá, pese a la ambigüedad de los EE.UU., las piedras que ponen los gobiernos chavistas, y la propia actuación previa de la OEA y su secretario general.
En realidad, la gestión que cumple en estas horas el premio Nobel costarricense es la que debió cumplir la OEA y particularmente el chileno José Miguel Insulza. Pero este, sin embargo, hizo todo lo contrario: está para otra cosa. Respecto a lo de Insulza no hubo dos opiniones entre los analistas de la prensa española.
Moisés Naim, en El País, tras observar “que las torpezas hondureñas son solo superadas por la explosión de hipocresía que han desencadenado” destaca el hecho de que ahora para los países de la Alba Insulza es “el garante de las democracias latinoamericanas”, cuando “hace no mucho, Chávez (lo) insultaba casi a diario” y lo llamaba “insulso” y, con la elegancia intelectual que le caracteriza, lo calificó en televisión con el nombre que en Venezuela se usa para describir el vello anal”.
En conclusión, y fuera de toda ironía, la primera enseñanza que dejan los hechos de Honduras, tiene que ver, sin duda, sobre este triste papel de la OEA y muy en especial de su secretario, que dan lugar a comparaciones que siempre, como se sabe, son odiosas.