Poncho Rentería
El Tiempo, GDA
Esta semana escuché a la ilustrísima Noemí Sanín respondiéndole preguntas a Juan Gossaín, y amenazó con perseguir a los maridos y ex maridos que maltratan a las mujeres.
Creo que la señora Sanín se refería al ex marido del caso de Barranquilla, Samuel Viñas, quien mató a Clarena Acosta, su ex mujer, porque dizque ella tenía novio.
¿Tenía derecho la señora Clarena Acosta a tenerlo? Claro que sí, estaba divorciada.
Pero en la peluquería, donde sí se hablan temas serios, una abogada javeriana sostuvo con rabia que hoy las mujeres divorciadas viven en constante peligro por la iracundia de muchos ex maridos que se creen sus dueños.
Hablando de ex maridos, centenas de mujeres están iracundas con ‘Juanqui’ Lecompte, el ex de Ingrid Betancourt.
¿Cuál es el motivo? El lanzamiento en París de un libro -dicen- contra su ex mujer, titulado “Ingrid y yo, una libertad agridulce”.
Colombia entera vio que ella lo mandó al despecho, a cantar ‘La copa rota’, de Alci Acosta, cuando en el aeropuerto, recién vuelta de sus años de cautiverio, le dijo: “te he cancelado, ya no soy tu mujer”.
Allí fue cuando ‘Juanqui’ Lecompte empezó su adolorida ‘tusa’ de amor.
Sería de mal gusto que el libro toque asuntos íntimos contra Ingrid Betancourt.
Quedaría Lecompte como un amargoso, olvidando que, como director de propaganda del show europeo “libertad para Ingrid”, fue recibido en París y Roma por los periódicos y la televisión como un “héroe libertario”, como si se tratase de Bill Clinton o de Gabriel García Márquez, el ‘Gabo’.
Pero esta semana, Lecompte llegó a París, de otra manera, ya libre de despechos, con su nueva novia, Pilar Correa Blum, una morena chusquísima, alegre y millonaria que lo ama hasta verlo ‘churro’.
El amor es ciego, dijo la archifamosa Corín Tellado, y se lo copió Simone de Beauvoir, en ‘El segundo sexo’.
Ese libro de Lecompte, parece que levantará polémicas, porque trae venganzas contra Yolanda Pulecio, su ex suegra, quien nunca aceptó que su hija fuera mujer de un joven publicista vaciado.
Como era de esperarse, a Yolanda Pulecio, muy ‘jai’, muy ex embajadora en París, señora de Hermes, Valentino y muchos lujos, no podía gustarle un yerno sin fortuna ni piso en Nueva York.
Oscarito García, un cartagenero cabal: alegrón y gran pintor, le había contado a la ‘ex suegra’ lo de Pambelé: “Oye, Yolanda… es mejor yerno rico que yerno pobre”.