Es tres veces la superficie de Guayaquil. Desde el 2012, los incendios forestales han devastado 100 110,31 hectáreas en el Ecuador. Es la cifra actualizada hasta ayer, 20 de julio de 2017, por la Secretaría de Gestión de Riesgos, que en ese tiempo registra 2 712 eventos.
Parecen datos fríos, pero en territorio se vuelven sofocantes. La maleza cruje mientras el fuego la consume. La hojarasca reseca se eleva con el viento, en medio de las flamas rojizas.
La tarde del pasado miércoles 19 de julio hubo 27°C, 65% de humedad y el viento corría a 18 km por hora en el Bosque Protector La Prosperina. Ahí, en el noroeste de la ciudad, 24 integrantes de la División Técnica Forestal y Ambiental del Cuerpo de Bomberos de Guayaquil controlaron las llamas durante un simulacro con quema controlada de maleza.
Por 10 horas, casi sin descanso como en una jornada de combate, practicaron la elaboración de líneas de defensa entre los arbustos y ejercicios con quema controlada, usando batefuegos y mochilas con capacidad para 20 litros de agua.
El teniente Gustavo González fue uno de los instructores. Cuatro de sus 30 años en la institución los ha pasado en esta división, en la que ha vivido experiencias dramáticas como ser acorralado por un remolino de fuego. “Es una tarea difícil, pero lo hacemos por la satisfacción de ver a la fauna correr libre”.
En una emergencia real, González explica que se pueden generar temperaturas que van desde los 100°C, en arbustos y pastos; hasta los 400°C en el interior de los árboles.
Cuando logran controlar el incendio, el panorama de cenizas es doloroso: guantas y serpientes calcinadas, aves sobrevolando sitios donde perdieron sus nidos, y árboles centenarios, como los ceibos, desmembrados en solo horas.
“Dos, tres o 12 horas de incendio demandan años de recuperación. Los costos no solo son económicos; lo más grave es el daño a la naturaleza”, dice Alexandra Ocles, secretaria de Gestión de Riesgos.
La entidad, junto a otros organismos, dirige la campaña Algo nuestro se quema. Su objetivo es reducir los incendios forestales, prevenir y hacer conciencia de la importancia de los bosques, porque en un 90% de los casos son generados por influencia humana.
El Ministerio del Ambiente, que es parte de esta iniciativa, informó que controlar un incendio puede demandar entre USD 5 000 y 20 000, por hora. Y puede llegar hasta los USD 70 000 si usan helicópteros con bolsas de agua. La recuperación tarda décadas. Se calcula que en un kilómetro cuadrado de bosque húmedo existen unas 1 250 especies de plantas.
“Las señales han sido dadas por el cambio climático. Eso, sin duda, nos pone en una situación de alerta, por lo que estamos generando información y compartiéndola con la gente en el territorio, para que comprendan lo importante que es cuidar los bosques, los pajonales…”, añade Ocles.
Solo en lo que va del año la Secretaría de Gestión de Riesgos contabiliza 60 incendios. En esta época, las emergencias se concentran en la Sierra, con un mayor impacto en provincias como Pichincha, Imbabura, Cotopaxi y Chimborazo. El 18% es de nivel 3, porque superan las 10 hectáreas.
En la sala de monitoreo del organismo revisan continuamente el mapa de vulnerabilidad a incendios forestales. Las manchas rojas marcan el riesgo histórico en gran parte de la Sierra y áreas de la Costa como Guayas, Manabí y El Oro.
Las imágenes de focos de calor se actualizan a diario y son enviadas a los gobiernos seccionales para la toma de decisiones. Para elaborarlas recopilan datos satelitales, de viento, temperatura, humedad, tipo de suelo, radiación, cobertura vegetal y población.
En Guayaquil, los bomberos forestales aprovechan estos meses de tregua para entrenarse. El mayor Fernando Ayala, jefe de esa división, dice que entre septiembre y diciembre se generan los daños más severos en los bosques urbanos. El año pasado fue el más crítico, con 87 emergencias que dejaron 500 hectáreas afectadas.