Las representantes de Vivas nos Queremos participaron en el ‘cacerolazo’ por el Día de la Mujer, en el norte de Quito. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
Cacerolas y pitos, también música de tambores, pero lo que más se escuchó fueron sus voces. Mujeres, niñas y también algunos hombres acudieron al llamado para mostrar que el mundo se para si ellas deciden cruzarse de brazos. En Quito, la concentración fue frente al Ministerio del Trabajo, en la República del Salvador, desde las 14:00.
Alejandra Pinto, arquitecta, acudió con cuatro compañeras. En el Colegio de Arquitectos les preguntaron si repondrían el día, pero respondieron que no, que buscan que se visibilice la importancia de su labor. “Ni una menos”, gritaron.
Eliminar el femicidio es una de las luchas de Vivas Nos Queremos, que en el país impulsó el paro. Una de sus voceras, Jeanneth Cervantes, pidió no pasar por alto que ya son 18 las asesinadas en este 2018, según Geografía Crítica, colectivo que levanta cifras de víctimas de la violencia de género.
El año pasado detectaron que hay un femicidio cada 50 horas en Ecuador. Este paro -anotó Cervantes- es un acto simbólico, quisiéramos que fuera posible detener, el 8 de marzo del 2019, las actividades del 100% de las mujeres. “No somos objetos que pueden ser violentados. El Día de la Mujer no es otro 14 de febrero”.
La iniciativa de este Paro Internacional surgió en el 2016. Un grupo de polacas se manifestó contra un proyecto de ley para penalizar el aborto. Sus críticos dijeron que “salían a pasear en un día laboral”, pero ganaron la pelea y se archivó la propuesta. La idea tomó fuerza, desde el 2017, en Argentina, Chile, Bolivia, Brasil y Ecuador. También en México, Alemania, Australia, Corea del Sur, España, Inglaterra, Francia, Italia, entre otros países.
Al ‘cacerolazo’ se unió Daniela Ortega. Dos años y 11 meses es el tiempo que ha luchado para que se declare culpable a un docente, que abusó de ella.
En la protesta, la joven recordó que el hombre la tocó y pretendió ‘ir más allá’ a cambio de una mejor calificación.
Sebastián Collantes acompañó a su novia a la manifestación. A su criterio, es importante que se hable de la equidad de género en la sociedad.
En la capital, universidades como la Flacso y la Andina se unieron al paro de mujeres. Un grupo de estudiantes de este centro realizó un acto de silencio. Ellas ingresaron al paraninfo con pancartas y mordazas. Para Estefanía Carrera, el 8 de marzo es un día para tomar conciencia de las desigualdades que aún las afectan.
Cientos de activistas protestaron este 8 de marzo del 2018 en los exteriores del congreso de Argentina. Foto: EFE
En el planeta, con la consigna “si nosotros paramos, el mundo se para” se convocó a las mujeres a la huelga laboral, de cuidado y de consumo.
Entre otras cosas se busca que a igual tarea, igual salario, no más femicidios ni otro tipo de violencia contra la mujer.
En Ecuador hay varias deudas, según Jessica Jaramillo, abogada y activista. Un ejemplo, dice, es la composición del Consejo de Participación Ciudadana (una mujer y seis varones), lo que atenta contra el principio constitucional de paridad. “Dicen que hemos colocado una disposición en la norma para ganarnos gratis los puestos”. Es una herramienta –sostiene- para tener iguales oportunidades de dirigir. En el ámbito privado ganamos 18% menos que los varones y a nivel global 25% menos”, dijo.
La inequidad también se presenta en lo educativo. Las universitarias superan la nómina (el 55% es mujer), pero falta avanzar a los cargos de docencia, investigación y gestión.
Catalina Vélez, presidenta del Consejo de Educación Superior (CES), señaló que el 35% de docentes e investigadores del país es mujer. La brecha es más amplia en los cargos de autoridad. “En las 59 universidades hay dos rectoras de universidades públicas. Tenemos 50 vicerrectoras”, finalizó.