Los periódicos de América y otros del mundo amanecieron ayer con la noticia, en primera plana, de la muerte del bonaerense Roberto Sánchez, más conocido como Sandro de América, quien falleció en Mendoza al comenzar la noche del pasado lunes. La partida del ídolo merecía el amplio despliegue en diarios y noticieros. Se había ido, a los 64 años, 45 días después de que se le practicaran trasplantes de corazón y pulmón, una de las figuras más populares de las décadas de los 60 a los 90. Un atrevido de la canción, que conquistó los públicos jóvenes y que tuvo millones de fans femeninas, sus “nenas”, por su pinta, sus canciones y su estilo sensual y algo irreverente.
Sandro fue un artista muy particular, que ejemplificó la manera de explotar el talento, pero también de hacerse a pulso. El llamado ‘Elvis Presley Argentino’, con su voz ronca y vibrante, comenzó a sonar desde abajo. Su música venía desde el colegio, cuando el 9 de julio de 1957, día de la independencia argentina, hizo su imitación del ‘Rey’ del rock and roll y se ganó la primera ovación cerrada. Ahí tomó la guitarra en serio, que alternaba con el trabajo para ayudar a su padre, ya como repartidor de droguería, de carnicería o como tornero. Y, desde luego, en cada rato libre, rasgando la guitarra y haciendo duetos y bandas. “Me nutrí con el rock. Este me salvó; gracias a él dejé las calles”, declararía, ya famoso, el artista que hoy es llorado por una fanaticada que aún no se recupera de la partida de Mercedes Sosa.
Sandro deja la marca de haber sido uno de los primeros en cantar en español las canciones de rock internacional. Su primer disco, en 1963, traía por un lado ¿A esto le llamas amor?, de Paul Anka, y por el otro, Eres el demonio disfrazado, de su ídolo, su santo y seña, Elvis Presley. De allí siguió una carrera brillante, no solo como cantante y como virtuoso creador, puesto que compuso más de 500 canciones, con más de 9 millones de copias vendidas, sino como galán de telenovela y como actor en 13 películas. En fin, como roquero y baladista, porque un día tiró la chaqueta de cuero y se puso la corbata y las prendas más formales para volverse más romántico.
‘El Gitano’, como también se le llamó, fue excepcional y tuvo virtudes y debilidades. Interpretó el tango Fumando espero, y es una víctima del tabaquismo. Pero cumplió la sagrada misión de las grandes estrellas de alegrar y dejar un legado. Tanto, que en 2005 se ganó el Grammy a la Trayectoria Musical. Y aun los jóvenes de hoy lo conocen.
Los más maduros siempre cantarán con nostalgia éxitos como Rosa, Rosa, Porque yo te amo, Una muchacha y una guitarra, Tengo, Trigal… Lo que reitera que los ídolos no se van.
El Tiempo, Colombia, GDA