María Paula Romo, exconstituyente y exambleista (izq.) y Alexandra Ocles, Asambleísta de Alianza País (der.). Fotos: Archivo/EL COMERCIO
Los anuncios de una huelga nacional habían sido desterrados del diccionario político ecuatoriano, al menos en los últimos ocho años. No obstante, la marcha del 1 de Mayo lo trajo nuevamente al debate.
En la movilización sindicatos y Gobierno demostraron su poder de convocatoria y reivindicaciones. En este contexto, el primer grupo anuncia una posible huelga nacional donde confluirán diversos actores. El presidente Rafael Correa dijo que si existe esa huelga, ese día “trabajaremos con ahínco”.
Para la oficialista Alexandra Ocles este es un elemento anacrónico que no cabe en la sociedad actual donde la gente busca propuestas y no solo reclamos. No obstante, reconoce que les hace falta profundizar el diálogo con la ciudadanía y capitalizar sus acciones políticas.
Para María Paula Romo, en cambio, la huelga es un recurso legítimo para expresar el descontento y que está reconocido en convenios internacional, por lo que coincide con la propuesta. Sin embargo, mira con preocupación que la sociedad esté polarizada políticamente pues en ese contexto el debate se agota.
María Paula Romo
Abogada, exconstituyente y exasambleísta
¿Qué lecciones dejan las marchas del 1 de Mayo al Gobierno y a los sindicatos?
Ambas marchas fueron grandes, pero la diferencia principal es que la marcha del Gobierno fue convocada desde el poder con las facilidades y recursos que eso representa. Una cosa es convocar desde esa gran plataforma y otra convocar a la ciudadanía que se movilice de una forma voluntaria, sin ninguna expectativa. La marcha no gobiernista, en cambio, fue de lo más diversa pues no hubo una convocatoria homogénea ni una plataforma política compartida por los sectores.
¿Cuál es la diferencia de esta marcha con las de anteriores años?
Esta es una marcha que concentra a sectores que no son los que usualmente marchan el 1 de Mayo. Habitualmente, suelen estar vinculadas con los sindicatos y sectores de trabajadores, pero en esta marcha también estuvieron estudiantes, médicos, una clase media que no fue necesariamente convocada por los sindicatos. Fue una marcha más plural que la clásica del 1 de Mayo y sirvió para articular diferentes sectores que tenían varios motivos para pronunciarse. Se me parecieron, en un momento, a las marchas contra Lucio Gutiérrez donde tampoco hubo una sola demanda.
¿Quiénes fueron entonces los actores de la marcha?
En el caso de la una marcha fue el Gobierno que convocó a su concentración en Santo Domingo y lo hizo como una de sus concentraciones habituales, con tarima, cantantes y mucha gente que venían de provincias, así como beneficiarios de proyectos y trabajadores del Estado. Del otro lado, en cambio, hubo una marcha mucho más ciudadana en la que terminaron articulados muchos sectores que fueron los protagonistas.
El presidente Rafael Correa calificó la marcha opositora como un arroz con mango y señaló que los sindicatos se unieron con la derecha…
Me acuerdo cuando el presidente Rafael Correa coincidía en las marchas también con los dirigentes de las cámaras de Comercio, que ahora le incomodan. Hay momentos políticos donde hay una gran cantidad de actores, aunque en esta ocasión no se ha traducido en una alternativa política. No obstante, se reflejó una suma de descontentos que no debe subestimar ningún gobernante pues señala un desgastamiento de sus políticas. Otro punto importante es que el rechazo a las reformas al Seguro Social y la democracia, en lo que se refiere a la reelección indefinida o las consultas populares que no han prosperado. Esos fueron temas cuestionados.
¿Es políticamente responsable que se anuncie una huelga nacional, en momentos económicamente complicados?
Es una medida legítima y una herramienta que tienen los trabajadores para plantear su descontento. Es posible y se puede tomar, pues está regulada legalmente y protegida por los convenios internacionales. Hay que comprender además que en este momento el Gobierno va a empezar a sufrir algún tipo de desgaste y cuestionamientos.
¿Estas marchas pueden ser vistas como un punto que revela una polarización de la sociedad?
Sí, la sociedad está políticamente polarizada y hay que tener cuidado en que lleguemos a un punto en que el debate político se haga entre buenos y malos, sin capacidad de reconocer de forma equilibrada temas de interés para el país o cuando las acciones del Gobierno deben respaldarse. De uno y otro lado es grave que se polarice la sociedad y el debate, debemos ser cautelosos con eso.
Alexandra Ocles
Asambleísta de Alianza País
¿Qué lecciones dejó la marcha del 1 de Mayo?
Debemos profundizar más el diálogo con la ciudadanía. Nosotros vimos en la marcha la presencia de ciudadanos de diferentes sectores que tienen mucho que decir. También nos ha faltado capitalizar las acciones políticas que hacemos.
¿A qué se refiere cuando dice que hay que escuchar a la ciudadanía?
Establecer mecanismos para recoger mejor la expresión de los ciudadanos frente a una política pública o una ley. Con la Ley de Justicia Laboral, por ejemplo, hubo mucha desinformación. Hay que profundizar nuestro trabajo en el territorio para que la ciudadanía pueda estar informada y conozca los beneficios de una u otra ley. A veces la ciudadanía toma partido sin conocer el contenido de una ley.
¿Quiénes fueron los actores de la marcha del 1 de Mayo?
Vi mucha ciudadanía, gente común y sencilla que salía de los barrios. Estuvieron militantes y funcionarios públicos que son trabajadores y que además están en el día a día de un proceso revolucionario. El Presidente (Correa) estuvo caminando junto a líderes de organizaciones sociales y eso es importante. El 1 de Mayo fue un día de celebración, festivo.
Desde la oposición se ha criticado la legitimidad de la marcha, dado que se financió con recursos del Gobierno…
No es del todo verdad. En Quito teníamos que movilizar a compañeros de los distintos sectores. Pero no hubo recursos y muchos financiaron su movilización. Se pusieron de acuerdo para pagar un bus. Además, del otro lado seguro dieron sánduches como se nos acusaba a nosotros y también estuvieron firmando hojas de asistencia. Varia gente estuvo tuiteando eso.
El presidente Correa en su sabatina cuestionó que en la marcha de la oposición estuvieron personajes que no han sido identificados como obreros, ¿qué hay de malo en que se junten?
Había una mezcla de todo. Aunque algunos digan que no hay que hablar de izquierda o derecha, yo creo que son dos tendencias políticas e ideológicas del país y por tanto hay que hablar de ellas. Hubo mucha gente que se opone al Gobierno sin razón y no expone propuestas. Todo era por el alza del gas, por los jóvenes que no han podido ingresar a la universidad, por la política laboral, pero ni siquiera han leído la Ley Laboral. Algunos empresarios se sienten perjudicados por la Ley de Justicia Laboral y dicen que les junta, con los trabajadores que explotan a diario. Yo lo que digo es que transparenten las intenciones que les juntan.
En este contexto, ¿qué tan acertado es plantear un paro nacional, como lo han hechos organizaciones sociales contrarias al Régimen?
Es no entender la dinámica del país. Tienen todo el derecho de hacer un paro, convocar, protestar en contra de aquellas cosas que creen no están bien. En un país democrático eso hay que respetar, pero el otro lado es no entender que no estamos en el Ecuador de hace 15 o 20 años. Esta es otra sociedad; más crítica, más politizada, que exige más de la política pública. No se trata solo de exigir sino también de dar, de tener propuesta, de provocar el diálogo.
¿Cómo lograr el diálogo en un ambiente de polarización política?
Hay una polarización porque hay sectores sociales y sindicales que no comulgan con otras formas de organización que no sean las tradicionales. Es el tiempo de otro tipo de organización que plantee propuestas claras, que tenga críticas porque ese es su papel y no lo podemos negar. Pero construyendo un diálogo efectivo.