Una voluntaria es parte de las consultas médicas en un campamento una empobrecida zona del suroeste de Caracas, como parte de la ayuda humanitaria liderada por el opositor Juan Guaidó. Foto: AFP
Bajo cuatro toldos blancos, voluntarios ofrecían consultas médicas en un campamento una empobrecida zona del suroeste de Caracas, como parte de la ofensiva para el ingreso de ayuda humanitaria liderada por el opositor Juan Guaidó, reconocido como presidente encargado de Venezuela por 50 países.
En una calle llena de cráteres, una larga fila de vecinos aguardaba su turno en Macarao. En la tienda de campaña otros esperaban, organizados por edad, sentados en sillas dispuestas como una sala de espera: niños y ancianos tenían trato preferencial.
Negando que exista una “emergencia humanitaria” , el presidente Nicolás Maduro bloquea la ayuda al calificarla un “show” para una invasión militar y una “limosna” de Estados Unidos.
El presidente culpa de la escasez de alimentos y medicinas a sanciones impuestas por Estados Unidos y asegura que la semana pasada llegaron 933 toneladas de medicamentos que su gobierno compró a China, Rusia y Cuba.
Pero Andrea Hernández, estudiante de fisioterapia de Petare, la favela más grande del país, se sumó al voluntariado porque cree que la “ayuda humanitaria es lo mejor para Venezuela en este momento de profunda escasez de medicinas”.
Hija de una enfermera pediátrica, Andrea cuenta que los últimos cuatro años vio varias veces a su mamá llorar “ de ver a sus pacientes morir por falta de medicinas”.
Juramentados por Guaidó, brigadas de voluntarios atendieron a unas 5 000 personas en diez sectores de varios estados, previo al operativo en el que participarán el próximo sábado para lograr la entrada de ayuda acopiada en Colombia, Brasil y Curazao, la mayoría enviada por Estados Unidos.
Guaidó asegura que la asistencia entrará “sí o sí” , pese a que los militares colocaron obstáculos en el puente fronterizo Tienditas, adyacente a la ciudad colombiana de Cúcuta, donde se instaló el primer centro de acopio.
Jessenia aprovechó el consultorio odontológico itinerante para llevar a su hijo con caries. “No tenía dinero para ir a un odontólogo, me daba hasta miedo preguntar” , bromeó al referirse a la voraz inflación que este año treparía a 10 000 000%, según el FMI.