En el redondel del Sueño de Bolívar, en Santo Domingo, el cuerpo de uno de los militares caídos en Pastaza, fue recibido con altos honores. Foto: Juan Carlos Pérez para El Comercio.
El féretro del mayor de las Fuerzas Armadas, Gerson Flores, arribó a Santo Domingo de los Tsáchilas, en el occidente del Ecuador, cerca del mediodía de este jueves 17 de marzo del 2016.
El oficial es uno de los 22 militares que perecieron en el accidente del avión Arava 206, registrado en Pastaza, en el oriente ecuatoriano.
Sus familiares decidieron trasladarlo a la tierra tsáchila por decisión de su esposa, sus tres hijos y su tía, la edil Lourdes Flores.
Aunque era oriundo de la parroquia San José de Minas (Pichincha), en la familia se acordó que el velatorio y funeral se lleve a cabo en Santo Domingo, donde tuvo un paso hace varios años con el grupo de Fuerzas Especiales No. 25.
En esta jurisdicción también conoció a su esposa y en los días libres llegaba con sus dos hijos para visitar a parientes.
El cuerpo de Flores fue recibido con altos honores militares en el redondel del Sueño de Bolívar, en uno de los accesos a la urbe.
Una calle de honor con uniformados del Batallón Montúfar y las entonaciones de la banda municipal antecedieron ese momento.
El féretro, cobijado con la bandera del Ecuador, avanzó hasta uno de los hummer militares en el cual se lo movilizó luego por las calles céntricas de la ciudad.
Algunos transeúntes se solidarizaron con los familiares y en las casas se colocaron banderas del Ecuador a medio alzar, en señal de luto.
En la Prefectura también se le rindió honores. El prefecto Geovanny Benítez, la viceprefecta Andrea Maldonado y varios funcionarios se colocaron en las veredas mientras el cortejo fúnebre cruzaba por el edificio de la entidad.
Los vehículos de la caravana continuaron a paso lento en medio de un intenso sol.
Las anécdotas y los últimos momentos que la familia y sus compañeros vivieron con el oficial Flores se recordaron en el trayecto hacia la sala de velaciones.
El coronel Pedro Revelo, jefe encargado de la unidad a la que pertenecía Flores, señaló que estaba emocionado por conseguir un nuevo título en su carrera militar.
Era parte del grupo que buscaba el grado de jefe de salto, un estatus que se consigue en un curso de 30 días y que les da la capacidad de dirigir todas las etapas del vuelo.
La última vez que Flores se reunió con sus familiares fue en Carnaval, pues desde Año Nuevo estaba postergado un encuentro.
En esa ocasión, Flores sacó a relucir sus destrezas en el canto y una de las canciones que la familia le pidió fue la mochila azul, de Pedrito Fernández.
Desde niño la cantaba en los actos que se realizaban dentro de la familia y en el barrio.
Su tío, Jorge Fiallos, le pidió que la interprete ahora de adulto. Todos rieron porque no era la misma voz infantil que los cautivó.
La familia del militar de 42 años ha dejado para segundo plano revisar un mensaje de texto que él envío a uno de sus primos a las 11:00 del día del accidente (15 de marzo del 2016).
Esperan estar más calmados para analizar el contenido, según Fiallos. Las muestras de solidaridad para la familia del militar llegan desde todas partes, sobre todo de quienes compartieron en su adolescencia.
En las redes sociales de sus amigos se postearon fotos de su época juvenil, en San José de Minas y también las anécdotas.
Como por ejemplo, las vivencias con el grupo del barrio al que le denominaban los columbos. Dentro de este, cada quien tenía un sobrenombre y a Gerson Flores lo apodaron culeco.
Luego de una hora de recorrido por las vías de la ciudad, el féretro ingresó a la funeraria Carrasco en la calle Tulcán y Galápagos.
Ahí se colocó una fotografía con el uniforme de parada del militar. El velatorio será hasta las 15:00 y luego los restos mortales serán sepultados en el cementerio general.