Byron Rodríguez V.
La casa de campo del conocido chef Homero ‘Chicho’ Miño es un santuario del toro.
Cálida y rústica, la vivienda se levanta en un verde paraje de La esperanza, a un paso de El Quinche, oriente de Quito. Homero Miño, quiteño de 58 años, es alegre y jovial. Irradia energía. Y más cuando acaricia sus objetos más preciados: 70 toros hechos en diversos materiales: cerámica, cristal, plata, resina, arcilla…
Su hierro ganadero en miniatura está diseminado por la sala y el bar -que se asemeja a un burladero. Cualquier aficionado a la tauromaquia contemplaría con gusto los toros de buena hechura, de anatomías armoniosas, de gran estampa. Los adquirió en sus viajes a España, México, Colombia y otros países. Los ojos verdes de Miño refulgen cuando muestra dos toros a los que llama su pasión: Asturiano, realizado por el doctor Santiago Iturralde, en 1984, a propósito de un encuentro de cirugía taurina que hubo en Ciespal, Quito. El tema que convocó a conocidos médicos fue el análisis de la muerte de Paquirri (Pozo Blanco, 1984).
Asturiano es de arcilla. El otro es del escultor Édgar Balseca, una perfecta réplica de Pajarito -el nombre lo puso Miño- el poderoso burel que saltó a los tendidos en la Monumental de México, hace dos años, e hirió a seis espectadores. Es azabache y descansa en una base de piedra.
Dos toros de colores destellan con el sol que se cuela por las cortinas; un azul y dorado, pintado por Jaime Zapata; y el segundo del artista Carlos Monsalve.
Aris Navarrete, un escultor español, ha nombrado a su obra Mirando a los tendidos: un gran toro castaño levanta su cabeza. Las dimensiones de los toros: 70×35 cms., el más grande -lo hizo Carlos Iturralde, y uno de 8 cms.
Miño, profesor de garde manger y garnish, de la USFQ, comenzó su colección hace 25 años por su esfuerzo y el apoyo de amigos y familiares.
Detrás de un grupo de toros se destaca una pared repleta de fotos del chef junto a importantes figuras -datan desde los años ochenta: Enrique Ponce, Javier Conde, Víctor Méndez, Jesulín de Ubrique, Fabián Mena, Rivera Ordóñez, Guillermo Albán.
En el ambiente suena la voz grave de Manolo Escobar. Canta un pasodoble de traiciones y olvidos. Miño, quien ha obtenido 63 medallas nacionales e internacionales como chef, muestra un capote de paseíllo de Rafael de Paula, otro de Ortega Cano; abundan las banderillas, las tintas del maestro Viteri… Miño fue el primer ecuatoriano que ingresó a la Academia Culinaria de Francia, en 1994. Si la cocina es su pasión, los toros son su vida. Él se queda mirando, con un dejo de nostalgia, una foto de 2001,