Josefina Barrón, una peruana, poeta, comunicadora que ha publicado varios libros, presenta un nuevo libro para ser ‘una mujer feliz, con ellos, sin ellos y a pesar de ellos’.
“El comportamiento del hombre para con la mujer es el mismo del agua para con la tierra”.Uno de los capítulos de su nuevo libro ‘Malabares en taco aguja’ es materia de este artículo.
La ingeniera hidráulica
“No creo que exista frase más emblemática que salga de un hombre que esa que dice: ‘Necesito mi espacio’. A las mujeres se nos paran los pelos cuando escuchamos esas tres horribles palabras juntas.
Generalmente significa que el hombre quiere partir, y no necesariamente por un espacio de tiempo. Simplemente quiere retornar a su espacio sideral.
“Hace falta saber de ingeniería hidráulica para traerlo (al hombre) a tierra (la mujer)”.Y no entendemos qué hemos hecho para que se vaya así, sin más, cuando lo hemos amado con toda el alma. Quizás no entendemos que haberlo amado con toda el alma es haberlo amado a nuestra manera y que hace falta saber de ingeniería hidráulica para traerlo a tierra. A nuestra tierra, vale decir”, así inicia el capítulo en el que se determina que el hombre es agua y la mujer tierra (e ingeniera hidráulica).
El espacio del hombre
Josefina se hace preguntas al respecto… ¿Por qué el hombre necesita su espacio?, ¿por qué pensamos que se le atrapa, si en realidad él es el cazador?, ¿por qué sentimos que si asume un compromiso con nosotras hemos ganado la lotería? Y entonces retoma la idea principal…
“Cuando pienso en el hombre y en la mujer pienso en agua, en tierra y en ingeniería hidráulica. El comportamiento del hombre para con la mujer es el mismo del agua para con la tierra. Él corre, pasa, avanza, llega. Ella se está quieta recibiéndolo.
Recogiéndolo. Él labra su cauce. La riega. La fertiliza. Pero así como fertiliza esa tierra, corre, fluye, riega, fertiliza otra y otra y otra. Desviar el agua que corre sin rumbo, llevarla hasta reservorios, administrarla, controlarla, repartirla cuando el momento de sequía llega, es tarea de mujeres que se han capacitado en los refinados conocimientos de la ingeniería hidráulica”, anota la autora.
El hombre errante
Cuando él dice que necesita su espacio es sincero, pues esa es su naturaleza. Desde tiempos inmemoriales era él quien salía de las cavernas para buscar el alimento e iba de paisaje en paisaje, de tierra en tierra, mientras que ella se quedaba adentro.
“Todo era para adentro. Adentro de su cuerpo se formaba la vida, en el interior de la caverna se garantizaba esa vida. Ella era estable. Él errante. Ella aguarda. Él corría”.
Para ilustrar la ciencia de la ingeniería hidráulica utiliza a Scherezade, la mítica mujer de ‘Las mil y una noches’, la mujer que no solo se libró de la muerte sino que se convirtió en reina, ganó un marido y educando a su hombre en la moral y las buenas costumbres fue capaz de quitarle el intenso odio que tenía hacia las mujeres por haber sido engañado. Y lo consiguió todo sin que él se diera cuenta.
“Lo llevó como el ingeniero lleva el agua a los sembradíos”, enfatiza la autora. Sugiere aprender de Scherezade y aplicar sus enseñanzas para que la tierra consiga dominar al agua.