Los hinchas coparon el estadio

Redacción Cuenca

El sonido de cuatro bombos llamó la atención. La barra Mafia Azul Grana llegó al estadio Alejandro Serrano (Cuenca) con cánticos tras viajar 11 horas en bus desde Quito.

Juan Carlos Lugo dijo “venimos a romper la voz” y siguió tocando el bombo pintado de azul y rojo, colores del Deportivo Quito. Él lucía una camiseta negra, una pantaloneta estilo militar, una gorra negra y  gafas. Alto, fornido, él  gritó a la demás hinchada para que se organizara e ingresara al escenario.

Ya adentro cerca de 1 500 hinchas  capitalinos empezaron la suerte de ritual de colocar las banderas en las mallas del estadio. Eran las 09:30. “Esa es mía”, dijo Lugo y señaló una bandera azul y rojo que decía: “Taxi to hell”, dijo que era un homenaje al grupo de rock AC-DC.

Otros hinchas quiteños como José Torres y su esposa Mónica Barriga llegaron un día antes a Cuenca. Esta pareja llegó dos horas antes al estadio y consiguieron buenos lugares. El gol del argentino, Marcos Pirchio, que abrió el marcador hizo que saltaran de alegría como el resto de la hinchada capitalina. 

Tras ese tanto, en la tribuna el cuencano Fernando Flores  lucía triste. Conforme pasaron los minutos miraba el cotejo con resignación porque pese a las llegadas el ‘Expreso Austral’ no  empataba.

Al igual que sus amigos y la mayoría de hinchas cuencanos miraba el partido sentados y casi sin gritar. Cuando lo hacían era para reclamar al juez  Tomás Alarcón.

Pero a los 76 minutos, Flores celebró el empate logrado por el defensa Diego Ianiero. Desde ese minuto, las cosas cambiaron en los graderíos. Los cerca de 19 000 cuencanos alentaron a su equipo para que busque la victoria.

Los más entusiastas  eran los de la Crónica Roja, que como todos los partidos se ubican en la preferencia. Con cánticos como “Dale ro, dale ro…. tú eres mi vida…” o “el que no salta es chulla…” contagiaban al resto de hinchas.

La mayoría llegó antes de las 08:30, hora en que se abrieron las puertas del escenario. El optimismo era grande, a tal punto que aficionados como Daniel Pulla compraron en USD 5 una camiseta del Deportivo Cuenca que  tenía impresa una segunda estrella sobre el escudo (en alusión a un segundo título).

Fue la idea del vendedor, César Inquilema, quien con gritos promocionaba su mercadería. “El título está asegurado”. También comercializaba gorras en USD 3.

A otros hinchas cuencanos como Rosario Paredes, de 60 años, no les importó dejar las tareas de su hogar. Llegó con su hijo Germán Bermeo. Aunque no tenía  una camiseta del ‘Expreso Austral’ tenía una blusa roja. Recordaba la década de los 70 cuando los hinchas también madrugaban.

Tras el cotejo los hinchas capitalinos esperaron 30 minutos para salir del estadio. La idea era evitar enfrentamientos en las avenidas aledañas como la Solano y Florencia Astudillo. Además, a las 14:30 una intensa lluvia ahuyentó a los aficionados locales.

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