Redacción Cuenca
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Por su apego al periodismo (aunque no ejerció la profesión) casi nunca se perdía los noticieros. En febrero de 2009, la azuaya Graciela Carchi, de 42 años, vio el reclamo que hacía al Régimen el padre de una joven que sufría de síndrome de Rett (deformación en el cuerpo).
Él demandaba asistencia médica gratuita, pues esa alteración estaba incluida dentro de las enfermedades catastróficas para la que, según la Constitución, el Estado debe garantizar atención.
Julio Andrade, de 47 años, recuerda que eso motivó a su esposa Graciela para buscar un donante de hígado y el pasado 5 de enero recibió la llamada que esperaba.
El doctor Frank Serpa, del Programa de Protección Social del Organismo Nacional de Trasplante de Órganos y Tejidos (Ontot), le dijo que había un donante compatible (tipo A) y que este se encontraba en Guayaquil.
Andrade recordó su emoción y alegría. “No mostró nerviosismo ni miedo, sino ganas de vivir”. Hace tres años, los médicos azuayos le diagnosticaron cirrosis hepática, es decir, una alteración crónica que daña el hígado.
Los especialistas no conocieron la causa, lo único que se manifestó es que nunca hubo antecedentes de alcoholismo, que puede ser una de las causas.
Hace un año y tres meses, Carchi padeció de una encefalopatía hepática (alteración mental por insuficiencia hepática) por retención de líquidos y estuvo 16 horas en coma. La necesidad de hallar un donante era más urgente.
Sus hijos Paola (16) y Julio (12) eran su aliciente. Le daban la fuerza que necesitaba, recordó su madre, Graciela Espinoza. Cuando se recuperó buscó información en la Internet sobre el costo del trasplante en el exterior. En España, la cirugía valía USD 300 000 y en Colombia 90 000.
Pese a no tener ese dinero registró sus datos en Colombia y estuvo en el puesto 60. Los médicos le aclararon que conseguían hasta cinco donantes por año.
Cuando Carchi buscó información en el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) de Cuenca le dijeron que debía trasladarse de inmediato a Quito.
El pasado miércoles, fue la tercera en ser intervenida. La primera en recibir exitosamente un hígado fue la quiteña Ángela Viteri, de 30 años, y quien sigue internada en el Hospital Metropolitano.
Los exámenes no revelaron problemas. La cirugía empezó el miércoles a las 06:00 y acabó al mediodía. No hubo complicaciones. Pero pasaron más de cinco horas y no despertaba. Más tarde Andrade recibió la noticia que Carchi presentó un problema de taquicardia y fue necesario asistirla urgentemente con oxígeno.
Andrade valora la atención de los médicos especialistas. Desde entonces, la salud de Carchi era inestable. La madrugada del lunes 11 sufrió una arritmia y fue necesario colocar un marcapasos. Pero la paciente falleció. Graciela fue enterrada ayer en el Cementerio Municipal de Cuenca.
A Quito llegaron más pacientes en busca de donantes de hígado. Gabriela Vintimilla urge de donante cadavérico con tipo de sangre O, sea positivo o negativo.