Redacción Sociedad
Unas 15 personas asisten a diario a la unidad de vacunas de la Cruz Roja Ecuatoriana. Lo hacen para recibir la dosis contra la hepatitis A y B.
Ayer, Karina Muñoz canceló USD 17,41 antes de vacunarse. La joven estudiante de la Facultad de Medicina de la U. Católica sabe que las hepatitis A y B atacan al hígado y que pueden ocasionar la muerte. “El próximo semestre comienzo prácticas y debo protegerme”, refirió Muñoz.
En menos de cinco minutos, Belén Gallo, auxiliar de enfermería de la Cruz Roja, vacunó a la paciente. Le pidió despojarse de su chaqueta y en el brazo derecho inyectó el anticuerpo, que neutralizará el virus. Al mismo tiempo le explicó a Muñoz la efectividad de la dosis. “Debe colocarse la próxima vacuna en un mes y la siguiente en seis meses, caso contrario no es eficaz”.
Para Francisco Cevallos, coordinador del área de hematología de la Cruz Roja, la hepatitis A es la menos riesgosa. Se la contrae, principalmente, por consumir alimentos en la calle y se la combate con retrovirales, complejo B y glucosa. Entre los síntomas más comunes está el malestar y el vómito.
En cambio, las hepatitis B y C son silenciosas. No presentan sintomatología y degeneran en cáncer hepático, insuficiencia renal y cirrosis. Se contagia por relaciones sexuales y transfusiones sanguíneas. La mayoría de casos no tienen cura.
Cevallos señala que una de las causas para que una persona se infecte con la hepatitis es la falta de conocimiento. Mucha gente que acude a adquirir la dosis es por exigencia laboral, mas no para prevenir la enfermedad.
Es el caso de José Robalo. Este joven de 30 años también estuvo en la Cruz Roja vacunándose, pero no sabía nada de la hepatitis. “Tengo que viajar al Oriente y me obligaron que me vacune”.
Fernanda Gaviria también se vacunó por la misma causa. “Vivo en Lago Agrio y la vacuna contra la hepatitis es un requisito para ingresar a trabajar”, dijo la mujer de 18 años.
Según datos del Ministerio de Salud, en 2007 se registraron 5 288 casos de hepatitis A.