HAY QUE PASAR A LAS ACCIONES

Pocos en el Ecuador dudan de la necesidad de que la sociedad civil y el Estado asuman, con la mayor premura, una estrategia concertada para combatir la violencia urbana, la tenencia ilegal de armas y la creciente relación entre el narcotráfico y la multiplicación de sucesos criminales.

El problema es que –como en muchos aspectos de nuestra realidad- aún no es posible pasar de las palabras a las acciones.

Cada sector –público o privado- tiene sus propuestas y todas ellas son bienvenidas en el marco de la urgencia con la que el país debe enfrentar una situación tan delicada y frágil.

La historia ha demostrado que cuando se desborda la criminalidad se desinstitucionaliza el aparato del Estado, se corrompe a las autoridades y se convierte a la nación en un escenario de terror, miedo, batallas sangrientas y muerte.

Es posible afirmar, en razón del interés colectivo en el tema, que ningún ecuatoriano quisiera que el país siguiera el trágico camino que está atravesando en este momento la hermana nación mexicana.

Estamos seguros, también, que nadie quisiera que nos viéramos abocados a ser víctimas del sufrimiento e incertidumbre que vivió Colombia hace pocas décadas, cuando el narcotráfico logró penetrar todas las instancias civiles, políticas, policiales y militares.

Precisamente porque no deseamos ese destino, creemos que ha llegado el momento de que los discursos, propuestas e, inclusive, las críticas y los desacuerdos, se conviertan en una estrategia nacional.

Esa estrategia solo será posible con una real voluntad política colectiva que incluya al Gobierno, a los organismos seccionales y, evidentemente, a todos los ciudadanos conscientes de la gravedad del problema.

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