Christian Torres. Enviado a Haití
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En Malpasse se paga 1 000 pesos dominicanos, unos USD 35, por cada haitiano al que se ayude a cruzar la frontera a República Dominicana. La oferta se la hacen a las personas con apariencia de extranjero o que hablen español.
Antes del cataclismo del 12 de enero, la frontera vivía del tránsito de personas y mercadería. En la Malpasse, los lunes, martes y viernes se instala un mercado binacional, que es una suerte de zona franca. Allí se puede encontrar desde un televisor hasta un plátano. Muchos productos, se sospecha, llegan de contrabando.
Pero en las últimas semanas, Haití y Rep. Dominicana reforzaron su control en la zona, para frenar el tráfico ilegal de personas.
En Haití, sus policías ponen una especial atención a los vehículos de transporte público y a los camiones que intentan cruzar el límite nacional; los carros particulares casi no son revisados.
En uno de esos controles, el viernes pasado, fueron detenidos cinco hombres y mujeres estadounidenses que viajaban con 33 niños haitianos, en un bus. Ellos tenían la intención de llevar a los infantes a República Dominicana.
Los extranjeros son misioneros bautistas y aseguraron que querían ayudar a los infantes que perdieron a sus padres en el terremoto. Esa versión no ha sido confirmada. Ninguno de los pequeños tenía sus papeles de identidad.
Luego de la tragedia, las autoridades haitianas alertaron al mundo sobre la presencia de bandas de trata de personas y de tráfico ilegal de niños. Ayer, la agencia Reuters difundió la versión del primer ministro haitiano, Jean-Max Bellerive, quien llamó “secuestradores” a los estadounidenses detenidos. Y aseguró que serán juzgados, aunque hayan actuado de buena fe con los niños. Lo que no se conoce todavía es el sitio donde serán juzgados: Estados Unidos o Haití.
“Realmente no tenían ningún documento. No entendí que eso fuera necesario”, dijo la jefa del grupo arrestado, Laura Silsby, a la cadena de noticias CNN. Silsby también negó cualquier intención de secuestrar o traficar al grupo, que incluye desde bebés hasta niños de 12 años.
República Dominicana también blindó su frontera con vigilancia de militares y policías. La entrada o salida, de personas o vehículos, solo están permitida hasta las 19:00. Luego de eso, un oficial de Migración es el único autorizado para abrir el candado que protege la puerta de acceso.
En la ruta hacia el centro del país, especialmente en la vía que cruza las poblaciones de Jimani y Duverge, se montaron puestos de control. Allí se procura frenar la entrada de haitianos que no tengan la visa de residente. Los militares dominicanos frenan a cualquier vehículo pequeño o grande para cumplir con su tarea.