Redacción Nueva Loja
Centenares de habitantes de Francisco de Orellana salieron a las calles ayer para exigir seguridad. Lo hicieron durante el sepelio de Brenda Eugenio, de 46 años, y de su esposo Edwin Castillo, de 48. Los dos fueron asesinados la noche del sábado en su negocio de víveres, en la capital de Orellana.
Castillo murió casi de inmediato, antes de ingresar al hospital. Recibió dos impactos de bala, uno de los cuales atravesó el corazón y el páncreas. Brenda Eugenio estuvo en estado crítico por un impacto en el pulmón y falleció al día siguiente.
Según testigos, tres sujetos llegaron a la tienda. Uno abrió la caja registradora mientras otro vigilaba en la puerta. El tercero aguardaba en una moto. “Dispararon porque no había más de USD 60 en la caja”, afirmaron.
Ayer, su madre, Mercedes Guillén, lloraba indignada. El doble crimen conmocionó a la ciudad. Tras la misa, familiares, allegados y ciudadanos caminaron hasta el cementerio. Hicieron dos paradas: en la Gobernación y en la Policía Judicial, para exigir que se frene la inseguridad. Hubo gritos dirigidos al Régimen.
Darwin Eugenio, hermano menor de la víctima, envió una carta a las dos dependencias. Y pidió que su mensaje fuera canalizado al Ministerio de Gobierno y al presidente Rafael Correa.
Eugenio pedía que se deje de lado las diferencias políticas con las autoridades locales y se declare el estado de excepción en la ciudad. “El Coca (Francisco de Orellana) se ha vuelto inseguro, los crímenes aumentaron”.
Guadalupe Llori, prefecta de Orellana que guardó prisión por el caso Dayuma, acompañó a la familia. Aseguró que la seguridad es responsabilidad de todos.