Fabián Alarcón V. Quito
Estuvo a punto de defender los colores de Ecuador con la Selección. El técnico colombiano Luis Fernando Suárez le ofreció vestir la blusa tricolor si se nacionalizaba.
El paraguayo Enrique Vera, agradecido con lo que había recibido en este país desde que llegó, en enero de 2004, no lo pensó e inició los trámites para ser un ecuatoriano más, decisión que la tomó con su familia. Esto ocurrió a inicios de 2007. Hoy piensa en la posibilidad de radicarse definitivamente en la capital.
Sin embargo, el hecho de brillar con la camiseta de Liga de Quito y destacarse como el mejor extranjero del Campeonato Nacional de ese año, bastó para que el técnico de Paraguay, el argentino Gerardo ‘Tata’ Martino, lo citara para defender a su país en la Copa América. Entonces, la intención de nacionalizarse ecuatoriano quedó en una ilusión.
Esta es apenas una parte de la historia de este volante guaraní, que llegó a Ecuador con poca experiencia y con ilusiones. Quito fue su primer escalón y el inicio de un camino que lo llevó al éxito.
El haber conquistado la Copa Libertadores 2008 y la Recopa Sudamericana 2009 con la ‘U’, codearse con los grandes jugadores continentales con la camiseta la selección paraguaya y ser continuamente elogiado por su juego por los medios de comunicación nacionales y extranjeros, contrasta tremendamente con su origen humilde y sencillo.
Lejos están los días cuando, con 7 años, se reunía con sus amigos para jugar fútbol en el populoso barrio Santísima Trinidad, en Asunción, con una pelota de trapos y plástico; o para contar historias de terror, cerca de una fogata.
La ilusión por jugar fútbol siempre estuvo en la mente de Vera, como su padre Galo reconoció vía telefónica a este Diario. Él es el único hijo varón que tiene. Con María Esthela Torres procrearon también a María Silvana, de 19 años, quien ahora reside en Quito y es otro apoyo para ‘Kike’.
Sus inicios en el fútbol fueron a la par de sus estudios. Se graduó en contabilidad en el colegio nacional Cerro Corá. Antes, se educó en la escuela República Oriental del Uruguay y en el colegio nacional Presidente Franco. Por eso, pudo laborar en el Citybank de Asunción, como mensajero, función que desempeñaba a la par que se entrenaba.
Sin embargo, su vida debía girar en torno al fútbol, porque su padre lo apoyó hasta el final. A su progenitor no le importó -lo contario pasó con su madre, quien quería que se forme íntegramente- que Vera perdiera horas de clases de contabilidad los sábados por acudir al entrenamiento con la preselección Sub 20 de Para guay, cuando tenía 18 años. En esa ocasión, ‘Rambert’, como es apodado, pertenecía al Deportivo Trinidense, mientras que el combinado juvenil era dirigido por César Mario Jacquet, ex técnico de Barcelona y Macará.
En ese equipo ya se proyectaban para figuras jugadores como Salvador Cabañas y Roque Santa Cruz. Mientras que Vera se veía aún como un muchacho con sueños, que solo aspiraba en actuar en Primera división. Por ello, hoy aún le da nostalgia recordar no haber podido integrar la selección que participó en el Sudamericano de Mar del Plata (1998) y en el Mundial en Nigeria (1999).
Es por este motivo que salir en busca de una oportunidad fuera de su natal Asunción se convirtió en una obsesión para ‘Rambert’, quien solo pensaba en triunfar.
¿Por qué el apodo? Porque desde pequeño siempre le gustó usar el cabello largo. Entonces, un periodista de la localidad decidió apodarlo así, por su parecido con el ex delantero argentino Sebastián Rambert.
Aunque no jugaba como él, también estaba decidido a triunfar. Su familia recuerda que su partida fue dolorosa. Galo y María Esthela todavía tienen en la mente el día en que Enrique se despedía de ellos en Asunción. La figura de Vera lucía delgada, tal como se presentó a probar fortuna en Aucas, en 2004. “Sé que te irá bien”, fueron las palabras de Galo en el aeropuerto.
Tenía 24 años, una edad avanzada dentro del fútbol. Sin embargo, Luis Fernando Suárez, en ese entonces técnico de Aucas, lo observaba correr como un chico de 18, buscando ganarse su confianza y un espacio en el club. Vera entonces solo estaba a prueba.
“Siempre fue convincente. Demostró esa tradicional característica de los ‘guaraníes’, con garra, fuerza y temperamento”, recuerda el presidente auquista, Ramiro Montenegro, quien lo contrató.
En su primer entrenamiento en la cancha auquista lucía tímido. A pesar de tener una figura delgada, su fuerza física se notó enseguida. Montenegro cuenta que Aucas canceló “USD 8 000 por el préstamo de Vera, y de sueldo le pagábamos 2 000”.
Mientras el guaraní iniciaba su carrera profesional en el balompié ecuatoriano, en Paraguay sus familiares y amigos se congratulaban con la noticia. “Tiene mucho sacrificio. Lo podía utilizar en cualquier posición. Es un buen volante de marca y en ciertos momentos tenía la facilidad de proyectarse, tal como lo hace ahora en Liga”, dijo Suárez, quien luego deseó tenerlo en la Tricolor.
Aucas fue el primer escalón en el fútbol ecuatoriano
Luego del cuadro oriental, es conocido su paso por la Universidad Católica, en la Serie B, y el regreso a la Serie A con el Olmedo riobambeño. Pero el gran salto lo dio en Liga de Quito.
Para Vera ese fue un gran reto. Él sabía que los hinchas albos dudaban sobre el aporte que podía ser para el equipo, que era dirigido por el peruano Juan Carlos Oblitas. No tuvo otra opción más que “ir poco a poco” hasta ganarse la titularidad y “no aflojarla jamás”.
Recuerda que el paraguayo-ecuatoriano Carlos Espínola fue su primer amigo en la ‘U’. Ambos solían salir a pasear con sus familias y a tomar tereré, bebida tradicional paraguaya. Después, por su carisma, se convirtió en parte íntegra de la familia alba. Y con su juego, en una de las figuras del equipo, hasta convertirse hoy en un referente albo.
María Silvana, su hermana, recuerda que cuando Enrique partía a Quito, aquel enero de 2004, decía: “Si no me va bien esta vez, me retiraré del fútbol”. Y agradece a Dios el hecho de que al ‘guerrero’ guaraní todo le salió. “Es una buena persona, un buen hermano… en el barrio (Santísima Trinidad) todos están orgullosos de él”.
Incluso, luego de ganar la final de la Recopa Sudamericana, Vera recibió decenas de llamadas desde Asunción para felicitarlo. “La más emocionada fue su madre. Hablaron mucho tiempo y rieron hasta más no poder”, cuenta Cinthia Sosa, esposa del jugador.
Con ella, ‘Rambert’ tiene dos hijos: Matías Daniel, de 3 años, y Thiago Nicolás, de 1, quien nació en Quito y es parte de una anécdota en la vida de Vera.
El 14 de junio de 2008, el jugador paraguayo estaba con la selección de su país y se alistaba para enfrentarse con Brasil, por las eliminatorias sudamericanas al Mundial de Sudáfrica. Por ese motivo, Vera no pudo estar presente en el parto. En su lugar, en la maternidad estuvieron el delantero Claudio Bieler, el futbolista paraguayo Raúl Duarte, María Silvana y otros amigos.
La noticia de que un nuevo “jugador” había nacido le llegó vía telefónica a la concentración. “Ahora tengo un hijo paraguayo y uno ecuatoriano. Me gustaría que pudieran enfrentarse en algún momento por sus selecciones”, dice entre risas el volante.
Un jugador de carácter que pasó apuros en México
Toda esta conjunción de momentos felices que vive Vera en Ecuador, le hacen pensar en la posibilidad de quedarse a vivir en el país, una idea que comparten su esposa y hermana. Ellas también estuvieron con él en México.
Luego de obtener la corona de la Libertadores con Liga, el club América, uno de los grandes del fútbol azteca, puso sus ojos sobre él. El argentino Ramón Díaz, que era el DT del equipo, lo pidió, pero el temperamento de Vera no era visto con buenos ojos.
Lo sancionaron económicamente por pasar la mayoría del tiempo amonestado. Después se produjo su salida y él decidió regresar a Liga, gestión realizada por Esteban Paz.
Vera admite que el ser temperamental en la cancha siempre le ha traído complicaciones, pero que no tiene enemigos en el fútbol.
En el juego de ida de la Recopa Sudamericana, el 25 de junio, el mediocampista reveló que tuvo un cruce de palabras con el argentino Andrés D’Alessandro, del Internacional de Porto Alegre porque este le pisó el tobillo en una jugada. Entre risas detalla que se pasaron insultando todo el partido, pero que cuando acabó, los dos se dieron las manos.
“Así tengo un montón de experiencias. Son las cosas del fútbol y que duran los 90 minutos del partido. Luego todo vuelve a ser paz”, aseguró a LUNES DEPORTIVO.
Es que su temperamento es una característica que los hinchas de Liga admiran, valoran su entrega y esfuerzo. Por eso lo consideran un referente del equipo, algo que Vera simplemente agradece.
La vida de ‘Rambert’ cambió rotundamente con su paso por Liga de Quito. Cuando viaja a Asunción, sus amigos ya no solo lo saludan, sino que también fotografían y le solicitan autógrafos.
Su padre, quien antes era empleado de la compañía Nestlé, hoy tiene un negocio propio y en la casa cuenta con varios retratos del jugador universitario. También muestran pósters con la camiseta de la selección guaraní.
“Mi hermano siempre trabajó para tener su propio dinero. Lo bueno es que nunca hemos pasado apuros económicos porque mis padres nos daban todo y eso valora Enrique”, agrega María Silvana, quien ya vivió en Quito durante seis meses en 2007.
En la mente de María Silvana, de Galo y de María Esthela quedaron grabados los recuerdos de ver a un joven delgado pelear con coraje un balón en la cancha de la esquina del barrio y de animarlo todos los fines de semana en sus juegos en Asunción. Ahora, ven con orgullo a un profesional que muestra su garra en finales y ante grandes equipos del mundo.
Ecuador, el campo de batalla para ‘Rambert’
En 2004. El volante paraguayo llegó a Quito para probarse en Aucas. El técnico Luis Fernando Suárez lo vio y aprobó su contratación. Ese año el club estuvo a punto de ser campeón, pero Suárez pasó a dirigir a la Selección tricolor.
En 2005. Luego de jugar en Aucas, ‘Rambert’ Vera pasó seis meses a la Universidad Católica, en la Serie B. En la gráfica, disputa un balón en el partido contra un jugador de Liga de Portoviejo. En el ‘Trencito Azul’ estuvo hasta junio.
En 2005. Olmedo fue el siguiente club de Enrique Vera. Aunque tuvo un bajo desempeño en la Católica, Eduardo Granizo, presidente del cuadro riobambeño, hizo las gestiones para llevarlo al ‘Ciclón de los Andes’, en donde volvió a brillar por su entrega.
En 2006. Liga buscaba un volante de marca con experiencia y recorrido internacional. “A mí me llevaron como última opción”, reconoce Vera. El cuadro albo estaba interesado en el argentino Cristian Ledesma, pero no se concretó.
En 2007. El buen desempeño que mostró con Liga le sirvió para ser citado a la selección de su país. El 5 de junio disputó un amistoso contra México, antes de jugar la Copa América. Desde entonces es llamado permanentemente por la albirroja.
En 2008. Para ‘Kike‘ Vera, el mejor momento en su carrera deportiva fue el conquistar el título de la Copa Libertadores de América con la camiseta de Liga. Fue un jugador clave en el esquema del DT argentino Edgardo Bauza ante Fluminense.
En 2008. A mitad de año y tras la consecución de la Libertadores, Vera dijo que debía cambiar de aires. El América mexicano lo contrató, pero tuvo un bajo desempeño porque al equipo en general le fue mal en el Torneo Apertura.
En 2009. El retorno a la ‘U’ fue triunfal. Conquistó su segundo título internacional con Liga en la Recopa Sudamericana. Marcó el tercer gol en la gran final contra el Internacional de Porto Alegre. Tal como en la Libertadores, flameó su bandera (der.).