En Guayllabamba, los alumnos deben levantarse a las 03:30

Estudiantes madrugan

Estudiantes madrugan

Estudiantes secundarios se despertaron una hora antes, en promedio, para ir a clases en Quito. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO

Madrugar le fue difícil; pero más trabajo le costó desayunar el arroz con pollo que su mamá le preparó, a las 03:50, para que su cuerpo resistiera el primer día de clases. Yoselyn Calderón no tenía hambre, pero terminó el plato y antes de que cantara el gallo ya estuvo caminando por las calles vacías de la parroquia Guayllabamba, a la espera del bus que la llevara hasta Quito.

Desde el cierre de la Panamericana Norte, luego de los sismos de hace tres semanas, la jornada de actvidades debe arrancar unas dos horas antes de lo habitual. A las 04:20, junto a su hermana Andrea y a sus padres, esperaban en el parque central la llegada de la unidad.

Antes, tardaban 45 minutos en llegar a clases. Hoy llegar hasta el colegio Patrimonio de la Humanidad, en Cotocollao, les toma más de dos horas.

En este valle, donde viven más de 18 000 personas, unas
4 886 están en edad de estudiar la primaria o secundaria. Tienen entre 5 y 19 años. Según la Junta Parroquial, el 5% de ellos lo hace en Quito. Esta cifra es más alta si se toma en cuenta a los universitarios. En total, cerca de 400 estudiantes salen todos los días a la capital.

Mientras, el resto de los vecinos aún duerme, los alumnos, como sombras, se abren paso con las manos en los bolsillos y los hombros elevados como queriendo cubrir su cuello para protegerse del frío.

Bryan Játiva, de 16 años, alumno del Central Técnico, esperó el bus que el Municipio les ofreció para llevarlos a Quito. La propuesta fue habilitar un transporte exprés que no haría paradas intermedias ni les cobraría el pasaje.

Malas noticias: la unidad nunca llegó. No hubo suficientes alumnos para hacer el recorrido. En la penumbra, Víctor Pozo, presidente de la flota Pichincha, contó que una unidad estuvo listo a las 04:15, pero ningún alumno llegó. El bus salió a recorrer el pueblo y regresó vacío. No hubo más opción para los pocos alumnos que abordar el bus ordinario, pagar los USD 0,75 del medio pasaje. Llegó el bus interparroquial y las hermanas Calderón –de 16 y 17 años- lo abordaron a la carrera. A las 07:00 debían estar formadas.

El problema de Guayllabamba va más allá de tener que madrugar. Son al menos cuatro horas que los alumnos perderán en su día. Eso significa que llegarán a casa, en algunos casos, a las 17:00 y a las 19:30 tendrían que ir a la cama para dormir las ocho horas que los médicos recomiendan. ¿Y los deberes? Ese cambio de rutina puede afectar su rendimiento no solo físico, sino psicológico.

Para Elizabeth Montenegro, psicóloga educativa, si el sueño se ve afectado, hay complicaciones en el rendimiento académico y una baja en procesos atencionales y de memoria, debido al cansancio.

El viaje es agotador. Las hermanas Calderón deben recorrer al día, solo en ir y volver del colegio unos 136 kilómetros. Como hacer un viaje de Quito a El Chota todos los días. No solo su tiempo se ve afectado, sino también su bolsillo. Entre las dos muchachas, gastan al día en pasajes y comida USD 8,50. Al mes suman USD 195.

Una situación similar la viven los habitantes de Perucho, Puéllaro, Minas, Atahualpa, donde al menos unos 300 alumnos viajan a Quito. En esta parroquias, debido a la distancia, cerca del 70% de alumnos de colegios (desde antes del cierre) viven en Quito, para evitar el viaje, por la falta de vías.

Tan grave es la situación en Guayllabamba, que huir de pueblo se volvió una opción. La nieta de Blanca Izaca estudia en el Colegio de América. La menor de 9 años tendría que levantarse a las 03:00 para llegar al colegio por lo que han visto la posibilidad de ir a vivir a la capital. No es la única.

A pesar de los esfuerzos y los ofrecimientos, la crisis dividió a las familias. Marcelo Chiliquinga, de 42 años, cuenta que su esposa y su hija van a vivir cerca del colegio. Él y su otra hija se quedarán en Guayllabamba, mientras dure el cierre.

En contexto

Los problemas de conectividad entre Quito y la parroquia de Guayllabamba se localizan en las vías que están trazadas sobre un terreno caracterizado por la inestabilidad. Los taludes son un peligro para las personas.

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