En Guayas se produce menos leche

Redacción Guayaquil

Las hojas secas forman un colchón amarillento sobre el suelo árido. Los troncos de los árboles están pálidos y el polvo se levanta con cada pisada. En los potreros de la hacienda Pan Crudo, en el km 18 de la vía Balzar–El Empalme (Guayas), el ganado deambula en busca de alimento. El pasto se secó hace varias semanas.

La contextura de los animales no es la misma. Una vaca adulta (7 años) de la raza brahman, como las que crían en Pan Crudo, debe pesar 500 kilos. Pero en el último mes su peso se redujo a 300 kilos. Aunque está recién parida no da leche ni siquiera para su cría. El ternero también está flaco, bajo el pellejo se pueden contar todas sus costillas.

Los datos productivos
Con las primeras lluvias, el pasto empieza a reverdecer, pero aún no es apto para el consumo de los animales. La hierba en esa etapa ocasiona diarreas.
Un animal de 300 kilos requiere comer el 10% de su peso en materia verde (pasto). Y requiere hasta el 3% de su peso en suplementos alimenticios.   
En Guayas se registran unas 400 000 reses. Bucay, Balzar, Pedro Carbo, Daule y Salitre son las zonas de mayor producción. 
Para vender una res en pie se analiza la edad y el peso. Sobre eso se fija el precio de la libra.José Meza, propietario de la hacienda, dice que los animales por buscar el agua se meten en las albarradas casi secas, a los pantanos y en el lecho de los ríos. Se quedan atorados en el fango y se mueren.

En la vía que va hacia Manabí hay tres ríos: Puca, Pucón y Chicompe. Ahora lucen secos, el fondo se convirtió en una cancha de arena blanca. “Hay que conseguir la maquinaria para que salga algo de agua. Debemos  trasladar al ganado y atravesar varios kilómetros para que coman y tomen algo de líquido”, explica el ganadero.

En Balzar hay unos 3 000 campesinos y unas 6 000 cabezas de ganado. Es el cantón con más producción en la provincia. En la zona, hasta ahora, unas 200 reses murieron por causa de la sequía.

La falta de agua agrietó los suelos. “Los animales no tienen qué tomar y se deshidratan”, dice Teodoro Meza, propietario de una hacienda en el sector de Pucón (Balzar). “Este año se siente más la sequía que otras veces. En esta época por lo menos sabe caer una llovizna. Lo raro es que ahora hay un sol más fuerte”. 

Meza tiene una ganadería de doble propósito, tanto para leche como para carne. Ambas producciones están afectadas por la falta de agua. Al día, el ordeño de los animales de la raza brown swiss dejaba hasta 300 litros de leche. Pero en este mes, se obtienen apenas 120 litros al día.

“Los lácteos para el consumidor sí están subiendo de precio porque hay escasez. Pero a nosotros no nos quieren pagar más, pese a que estamos perdiendo dinero”.

El ganado de carne sigue perdiendo peso y valor en el mercado local. La libra de carne en las haciendas cuesta apenas USD 1, la mitad de lo que se cotizaba antes que empiece la sequía (agosto).

Meza prefiere esperar a que los animales se recuperen, aunque eso significa aguardar hasta marzo próximo para que el pasto vuelva a crecer con el inicio del invierno. “Uno tiene que endeudarse y tratar de no venderlos. Pero eso nos cuesta más”, comenta. 

El quintal de balanceado se compra en USD 14, y cada vaca consume un promedio de 12 libras al día, de ese producto. La alimentación también se complementa ahora con cáscaras de maracuyá, verde y de fréjol.

A lo largo de la vía a Balzar, los pequeños camiones y las camionetas con baldes de madera circulan con los desperdicios del arroz y del maíz. También llevan ese subproducto a las ganaderías para ayudar en algo a la alimentación. Pero transportar medio camión cuesta de USD 50 a 60.

La Asociación de Ganaderos del Litoral y Galápagos pide que se declare la emergencia en toda la región. “La falta de agua afecta a todos los cantones de la Costa”, dice Paul Olsen, presidente de la Asociación.

Olsen explica que todas las ganaderías perdieron su capacidad de carga de ganado por hectárea. Por ejemplo, en Bucay, una de las zonas más húmedas de Guayas, las haciendas crían de dos a tres reses por hectárea. La reducción del pasto obliga a mantener máximo  media res por hectárea.

Mientras que en Balzar (zona alta) se cría una vaca por cada tres hectáreas. Pero la sequía obligó a tener una vaca cada seis hectáreas. “Es el mismo déficit de alimento  en las partes húmedas y en las secas. Qué se hace con todos esos animales, sin comida para mantenerlos”.

Olsen aún no tiene los cálculos de cuántas cabezas de ganado murieron en Guayas. Pero estima que son más de 1 000. Por ello, pide que además de alimento adicional, el Gobierno provea de sistemas de dotación de agua. 

Las pérdidas también se registran en la producción lechera. Unos 500 000 litros dejaron de venderse por dos razones: se dañaron por la falta de refrigeración a causa de los apagones o porque las vacas rindieron la mitad al momento del ordeño. “A eso se suma la inseguridad que vive el ganadero, a cada rato nos roban las reses y peor aún  matan  a los dueños de las haciendas, por robarles”.

En Pedro Carbo (Guayas), los pastizales ahora son terrenos cubiertos de polvo. Los habitantes del recinto Jerusalén deben caminar hasta 4 kilómetros para encontrar agua y dar de comer a sus animales. No hay pozos cercanos, cuenta Calixto Tabares. Por eso, deben trasladar a lomo de mula el líquido, incluso, para el consumo de su familia.

La zona es ganadera y hay más de 50 familias. Ahí,  el período seco empieza en octubre y se extiende hasta finales de diciembre,  cuando caen las primeras lluvias. 

Pero este año, la situación es más crítica, pues se secaron los esteros y ríos más cercanos. Los vaqueros sacan a los animales al pie del camino para que coman la poca hierba que encuentran. “Ojalá pudieran ayudarnos con albarradas o pozos para que las vacas no mueran”, dice Tabares.

Secuelas de la sequía en algunas zonas de Guayas

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