Sitios icónicos de Guayaquil se encuentran abandonados

Esta casa, situada en las Cimas del Bim Bam Bum, está deteriorado; antes fue parte de un parque turístico. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO.

Esta casa, situada en las Cimas del Bim Bam Bum, está deteriorado; antes fue parte de un parque turístico. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO.

Esta casa, situada en las Cimas del Bim Bam Bum, está deteriorado; antes fue parte de un parque turístico. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO.

En épocas pasadas fueron protagonistas de importantes hechos históricos de Guayaquil. Llamaron la atención por su magnificencia, pero hoy son inmuebles abandonados que guardan historias antiguas de la ciudad. Algunos han sido revestidos de mitos que los mantienen, de alguna forma, aún con vida.  

Las rejas de la antigua cárcel de Guayaquil, ubicada en Baquerizo Moreno y Julián Coronel, hoy están oxidadas y peladas. Son las mismas que 128 años atrás se erigieron para albergar a los más peligrosos delincuentes del Puerto Principal.

En sus pasillos, cientos de cautivos vivieron la reclusión, mientras otros encontraron la muerte. Esta cárcel fue, además, uno de los inmuebles afectados por el histórico incendio que en 1896 sufrió Guayaquil.

En la década de los 50 dejó de funcionar. Pero eso no ha impedido que siga siendo un lugar que atrae las miradas por su seductora arquitectura.

En el 2010, la cárcel fue el escenario para la primera edición del desfile de moda nacional Designer Book. También es un sitio elegido por los fotógrafos y artistas para realizar sesiones fotográficas.

Ahora, esta edificación abandonada ya no alberga a ninguna persona. En su interior sobreviven cientos de leyendas urbanas.

Las personas que trabajan en la zona, como ‘cuida carros’ o vendedores ambulantes aseguran que adentro ‘penan’. Dicen que las almas de los presos muertos aún caminan por esos corredores.   

Es el mismo rumor que corre sobre la mansión abandonada de Urdesa Central, en las calles Higueras y Costanera. La casa tiene más de 10 habitaciones, una piscina, un ático y un cuarto de estudio.

El techo de tejas y los bloques no son lo que más llama la atención de esta construcción, además de su tamaño. Atraen las miradas las decenas de dibujos, grafitis y papeles con los que ha sido ‘decorada’ por desconocidos y artistas urbanos.

Nicéforo Miranda, quien trabaja como guardia privado en un edificio cercano, dice que los vecinos comentan que ahí hay fantasmas.

Él, quien lleva 32 años trabajando en el sector, no lo cree. Dice que los ruidos son los ecos de las lechuzas, gatos y ratas que se refugian en el sitio. También -afirma- se oyen las voces de los jóvenes que por las noches utilizan el inmueble (que nunca ha sido habitado) como sitio para reunirse a beber. “También entran parejas y personas dañadas”.

El artista Daniel Adum, quien alquiló la casa por casi dos años, dice que alrededor de ella hay muchas historias. Perteneció a un hacendado de apellido Ramírez quien empezó a construirla con los más finos acabados, pero nunca terminó por problemas financieros.

Luego perteneció a la AGD y finalmente fue comprada por un italiano, a quien él se la alquiló para realizar un taller de arte y luego una exposición.

“Cuando llegamos encontramos archivos, documentos viejos, listados de personal… vestigios de la historia pasada de la casa. También había rastros de que una persona vivió ahí, quizás alguien que la cuidaba”.

Luego, junto a otro grupo de artistas, Adum organizó conciertos, actividades socioculturales, mercadillos… dirigidos a guayaquileños que cuestionaran el statu quo o lo establecido en la ciudad. Por lo que se empezó a llamar al sitio como ‘Inmundicipio’. Luego de la salida de Adum, el sitio volvió a quedar abandonado.

En esa misma zona, en Urdesa Central, una pequeña casa dividida en dos partes está igual de desolada. El encargado de seguridad de la Alianza Francesa, ubicada frente a la vivienda, cuenta que lleva dos años sin habitar. Algunos vidrios están rotos, hay basura en la entrada; si se observa desde alguna ranura hacia dentro, en la casa hay oscuridad y algunos muebles viejos. “Hace poco una familia llegó a alquilar la parte pequeña de la casa, pero no duraron mucho. No sé qué habrá ahí adentro”.

En Cimas del Bim Bam Bum, ubicado en la avenida del Bombero, otros dos sitios despiertan también los rumores y guardan en su interior una historia. Uno de ellos es un antiguo hotel, una edificación gigantesca que ocupa más de una manzana. El hotel era parte de lo que alguna vez fue un parque turístico que recibía visitas nacionales y extranjeras.

Hoy, la edificación está vacía. Al ingresar, reciben dos perros que custodian el lugar. Le pertenecen a José, quien prefirió no dar su apellido. Él vive ahí con su familia desde hace unos meses. “Nosotros cuidamos que no entren desconocidos, muchos jóvenes venían acá a hacer cosas indebidas”. Los rastros de las visitas de adolescentes están plasmadas en algunas paredes externas del edificio: grafitis y dibujos en colores azules y celestes.  

José dice que el inmueble ahora pertenece a un nuevo dueño, quien vive en la misma ciudadela. “Yo trabajo para él, colaboro en labores personales y de su casa, pero también cuido esta propiedad”.

Subiendo por el mismo camino, en una loma más alta hay otra casa. Es de tres pisos y al igual que la antigua cárcel, es un sitio donde muchos jóvenes van a tomarse fotos. Por dentro, las paredes están llenas de dibujos. Pájaros, caras y formas abstractas delatan el paso de artistas urbanos. La han revestido de colores, como queriendo darle un nuevo significado a ese lugar abandonado por tantos años.

En contexto

Hace seis años, el sector inmobiliario despegó en Guayaquil, con nuevos proyectos urbanísticos y la construcción de cientos de obras. Sin embargo, paradójicamente, algunos sitios antiguos han sido desalojados y otros han quedado abandonado por años.

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