Guayaquil reafirma su ideal independentista

La Columna de los Próceres de la Independencia es uno de los mayores íconos. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO

La Columna de los Próceres de la Independencia es uno de los mayores íconos. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO

La Columna de los Próceres de la Independencia es uno de los mayores íconos. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO

En el centro de Guayaquil, entre las calles Pedro Moncayo, Lorenzo de Garaicoa, José Vélez y 9 de Octubre, se encuentra la Plaza del Centenario. Por estas fechas se habla de la independencia de Guayaquil ocurrida hace 195 años.

La Columna de los próceres del independentismo es motivo de fotos, recuerdos e intercambio de información sobre lo que ocurrió en la más exitosa batalla sin armas.

Pero más allá de la estatua y de dónde está ubicada, hay una característica local relacionada a la independencia: Guayaquil se considera autónoma.

La última gran lucha ocurrió en Montecristi, en los debates para construir la Constitución de la República, en el 2008.

Allí, confluyeron ideas para que Guayaquil tuviera las ventajas de una región y goce de una máxima autonomía.

Los asambleístas de esta ciudad creyeron que Guayaquil debía asumir por sí misma mayores competencias, fruto de una crisis política derivada hasta entonces por siete presidentes en 11 años.

En ese cantón manabita se llegó a plantear la separación del Ecuador, sobre todo desde la élite guayaquileña. Para entonces, el alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, había dicho que en el país estaban en juego dos visiones: “la centralista del pasado” y la “autonomista del futuro”, idea que fue cuestionada por el presidente de la Asamblea (2008), Alberto Acosta, quien pidió dejar los sectarismos de lado.

Pero entre autonomía e independencia existe un gran trecho, sostiene la asambleísta guayaquileña Cynthia Viteri. Para Viteri, Guayaquil jamás ha intentado separarse del resto del país, pero sí alejarse del centralismo estatal.

Por ser un puerto, Guayaquil es la ciudad con el mayor activismo comercial de todo el país. Por aire, tierra y agua, el comercio es particular y esa realidad hay que reconocerla, sostiene el sociólogo Julio Rivas. De la actividad comercial -marcada por el majestuoso río Guayas- Rivas considera que “de allí proviene el eterno ideal de autonomía”; es decir “no depender del Gobierno central para prosperar”.

De hecho, la economía en Guayaquil ha sido partidaria del libre mercado desde sus inicios, cuando empresarios de todos los continentes empezaron a coparla en los primeros decenios de la Independencia. Apellidos como Garibaldi, Tosi, De Prati, que hoy son nombres de grandes sociedades empresariales, llegaron al Puerto Principal en su afán de alcanzar grandes negocios e internacionalizarlos.

Se casaron con guayaquileñas y decenas de ellos murieron dejando su descendencia para siempre en territorio local. Posteriormente, llegaron libaneses, turcos, judíos y españoles, con el mismo interés, pero por causas diferentes. “En esa época no existía como ahora tanta burocracia, y por tanto la libertad de producir y vender, no era algo complicado”, detalla el sociólogo.
¿Pero qué queda del intento independentista que caracteriza la historia guayaquileña?.

Si bien la economía ha marcado la identidad a esta ciudad, un rol importante han jugado las autoridades al frente. Fueron alcaldes como Jaime Nebot, los que llamaron a las calles cuando consideraron que Guayaquil merecía protestar. En los últimos 10 años, Nebot ha convocado cuatro marchas, por ejemplo.
A estas se ha sumado la ciudadanía, pero también gremios empresariales como las cámaras de Producción y Comercio, con el ideal de defender la autonomía frente a la postura de gobiernos de turno. Sin duda la frase “Por un Guayaquil independiente” fue la más sonada en las marchas, lema creado a partir de la Independencia en 1820 por el máximo líder de la historia guayaquileña, José Joaquín de Olmedo.

Los libros sostienen que luego de que Guayaquil alcanzara la emancipación española, los libertadores Simón Bolívar y José de San Martín intentaron sumar a Guayaquil a la Gran Colombia. Pero Olmedo decidió posicionar el emblema debajo del escudo de Guayaquil, mostrando su firmeza en mantenerse independiente.

En contexto
Guayaquil proclama su independencia en todos los aspectos. Por ejemplo, el lema del desfile estudiantil de ayer fue: ‘Guayaquil independiente es mi destino’. No solo ratifica su lucha, sino también que promociona la ciudad como destino turístico. Ambas ideas son impulsadas fuertemente desde el Municipio.

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