Hace unos días viajé a Buenos Aires, y caminando por sus avenidas corroboré mis sospechas: Ecuador y Argentina son naciones muy parecidas en su historia contemporánea: golpes de Estado, dictaduras militares; crisis financieras con el consiguiente congelamiento de fondos; no pago de su deuda externa; educación subyugada a intereses políticos; y, últimamente, gobiernos populistas y autoritarios, seguidores de un impronunciable venezolano.
Todos los días revisaba la prensa argentina, y parecía estar leyendo cualquier diario independiente ecuatoriano, puesto que las noticias eran las mismas, sólo cambiaban los nombres de los personajes y los sitios en que los hechos se sucedían. Asombrosamente parecidos. Tristemente ricas las dos naciones, empobrecidas por las políticas adoptadas por sus actuales autoridades. Ecuador y Argentina, repúblicas irreconocibles con sus épocas de esplendor democrático.
La pobreza se toma las calles de Ecuador y Argentina. Ha subido el número de personas que duermen en las veredas, protegidas del frío por unos cartones. La inseguridad es rampante en ambas naciones. Los crímenes aumentan a medida que la falta de políticas se hace más evidente. Se aprecia la “neutralización de los organismos de control; los avances del oficialismo sobre la independencia del Poder Judicial; … la prórroga constante de la emergencia económica; … los escándalos ocurridos en contrataciones públicas; la abierta falsificación de las cifras del Indec; el manoseo del Congreso al que ahora se amenaza”. El párrafo trascrito no es de un diario ecuatoriano, pertenece al editorial de La Nación de Buenos Aires, del 5 de diciembre pasado. La similitud con nuestra realidad es asombrosa.
“Lo destacable es, además, que todo este manejo tortuoso, (está) orientado a retener y ampliar el poder personal, tanto en lo político como en lo económico…”, ¿le suena parecido este párrafo con lo que vivimos? Si aquí tenemos a los hermanos Alvarado cerca del presidente Correa, la presidenta Kirchner tiene su Albistur, con el mismo poder, quien dejó la semana pasada el gabinete acosado por la justicia. Albistur, según se dice, es propietario de compañías cuyas acciones las puso a nombre de familiares. “Se denunció que casi todas las empresas seleccionadas por el Gobierno para hacerse cargo de la publicidad oficial en la calle tienen vinculación con Albistur o con su familia”, me es familiar este párrafo… Este señor, como los hermanos Alvarado, se enfrenta con los medios de comunicación. ¿Le es conocido este libreto?
El parecido es innegable: dos países llenos de riqueza cuyos gobernantes no han demostrado capacidad para mejorar las condiciones de vida de la población. No se puede decir “mal de muchos, consuelo de tontos”. Habrá que seguir aguantando la tormenta.