El aumento de casos con síntomas de la gripe AH1N1 en el Ecuador debe movilizar a los ciudadanos, cada uno en su ámbito de acción, a fin de que el país en su conjunto pueda ser capaz de evitar que la enfermedad se convierta en una pandemia.
En principio, cuando el mundo conoció de la presencia de ese mal, el Gobierno Nacional anunció que gracias a las oportunas decisiones el virus no llegaría a impactar con fuerza en el país. Sin embargo, por distintas circunstancias y situaciones fuera de control, en especial por el traslado del virus por parte de viajeros que llegan de otras naciones, la AH1N1 comenzó a cobrar víctimas entre los ecuatorianos.
Los esfuerzos del Gobierno para minimizar los efectos han sido arduos y, de alguna manera, han logrado evitar una propagación mayor, pero no deja de preocupar el hecho de que hasta ayer ya se tenga que lamentar 17 muertes y al menos 469 contagiados.
Por eso es importante que las autoridades de Salud refuercen su tarea, tomen las decisiones más adecuadas y, sobre todo, que tengan la suficiente capacidad de convocatoria para unir a los ecuatorianos en un esfuerzo conjunto contra la propagación de la enfermedad.
Si fuera necesario rectificar ciertas decisiones oficiales, o quizás reforzar los cercos epidemiológicos en determinadas provincias o regiones, las autoridades deberían hacerlo inmediatamente; asimismo, es indispensable dotarse oportunamente de las vacunas necesarias.
Los centros de salud privados, por supuesto, tienen el deber cívico y social de contribuir desinteresadamente en la atención inmediata a toda persona que presente los síntomas respectivos. Y los ciudadanos deben observar las medidas sanitarias indicadas, sin pánico pero con seriedad.