Teatro Cumandá es usado como vivienda. Foto: EL COMERCIO
Diego Puente Redactor
dapuente@elcomercio.com (I)
En el lugar donde un día se proyectaron las mejores películas chinas, hoy funciona la importadora Jin Peng. Las boleterías del cine Pichincha fueron demolidas y ahora tienen percheros en los que se exhiben toallas y manteles. Los antiguos teatros y cines del Centro ahora son tiendas, restaurantes e iglesias evangélicas.
De los 16 cines y teatros grandes que se establecieron en el Centro, tres tienen actividad, el resto está abandonado o cambió de función. Los teatros Sucre y Variedades tienen funciones permanentes y en el cine Hollywood se exhiben películas para adultos.
El cine Pichincha, ubicado en la Chile y Benalcázar, fue el lugar en donde los quiteños vieron películas de acción. Jaime Morales, de 75 años, recuerda que hacía cola para ver las patadas voladoras de Bruce Lee.
Los retablos de madera y el azulejo antiguo fueron cambiados por porcelanato en la nueva tienda china. Lo único histórico que queda son dos pinturas en las que se recogen hechos históricos. Por ejemplo, el tiroteo en la fachada del cine en 1986, cuando entraron tanquetas a la Plaza Grande.
Otros cines que perdieron su esencia son el Metro, Cumandá y Alameda, convertidos en iglesias. El Granada, 24 de Mayo (homónimo del queda en el norte) y Royal sirven para actividades comerciales.
El cambio de función de teatros y cines empezó en la época de los 80. El historiador Juan Paz y Miño señaló dos razones. “La gente con buena economía abandonó el Centro Histórico en esos años y no hubo quién vaya a la programación cultural”. Además, aparecieron dispositivos caseros para ver películas, lo que provocó el cierre de varios establecimientos.
Uno de ellos es el Alhambra, que se ubica en la Guayaquil y Caldas. Las puertas metálicas no se abren desde el 2009 cuando dejó de funcionar una iglesia pentecostal. Por el enmallado se divisa la entrada. Un rollo de película y excremento están en la puerta principal.
Se conoció que una cadena de televisión lo quiere vender a USD 700 000, pero escasean las ofertas. A 18 cuadras de este sitio, otro cine está cerrado. Es el Atahualpa que no proyecta películas desde el 2007. Está a cargo del IESS y en el interior están las butacas empolvadas.
El Instituto de Patrimonio del Municipio no tiene un plan específico para rehabilitar a los teatros y cines privados. Sin embargo, Franklin Cárdenas, director de Proyectos, dijo que los dueños de estas edificaciones deben conservarlos en buen estado, si no tendrán sanciones pecuniarias.
Hay personas que dedican su vida para salvar estas salas. Julio Álvarez, compró el Puerta del Sol. Gastó, en el 2002, USD 90 000 para adquirirlo. Según los cálculos que maneja, hasta el momento, ha invertido USD 50 000 en arreglos en la estructura que queda en la 24de Mayo e Imbabura. Pide apoyo al Municipio para poner programación, algo que también persigue la Fundación Teatro Bolívar que hace los arreglos pertinentes para volver a tener obras de primer nivel.