El Ecuador le debe un reconocimiento a la doctora Inés Flores, por sus numerosos aportes a la promoción del arte en el país.
Formada como pocas personas hasta el doctorado en Historia del Arte, ha hecho una carrera dirigiendo tareas museológicas. Ha sido consultora de la Unesco y del PNUD, ha ejercido la Secretaría, la Presidencia de la Asociación Colombiana de Museos y la Secretaría Adjunta Latinoamericana de la Asociación Latinoamericana de Museos, la Presidencia del Consejo Mundial de Museos y de la Asociación Ecuatoriana de Museos. Ha sido Directora del Museo del Banco Central y del de la Casa de la Cultura.
Ha ejercido cátedras en la Universidad del Rosario y en la Universidad Gran Colombia en Bogotá y también ha ejercido la docencia en Ecuador. Ha escrito artículos y varios libros, entre ellos ‘Cien Artistas Ecuatorianos’, una de las mejores producciones en su campo, que ofrece una muestra de la potencialidad plástica de este país, y ‘Artistas Plásticos del Ecuador’, un libro todavía de mayor aliento, que permite promover nuestro arte fuera del país.
Ha sido curadora de innumerables eventos. Entre ellos Cien Artistas Ecuatorianos, Cien Artistas Plásticos del Ecuador y La Plástica en Imbabura. Una de sus recientes actividades fue la curaduría y coordinación de la exposición sobre Dolores Cacuango, que se realizó en París.
Inés Flores es escritora y experta, pero sobre todo ha sido una promotora genuina del arte nacional, del arte andino; una persona que ha hecho de su trabajo, primero un acto de responsabilidad, un acto de honradez, difícil de mantener en esa profesión. La honradez intelectual con que debe proceder una persona que valora obras de arte es muy apreciada.
Inés es una gran trabajadora. Es ejemplar verla dedicada, a veces enferma y grave, a montar una exposición. No omite un solo detalle. Ese es el éxito de una obra importante, que los detalles estén bien hechos. Y ella los cuida con obsesión y los lleva adelante con verdadero entusiasmo.
Es una gran conocedora que ha ido enriqueciendo su bagaje de sabiduría y de conocimiento de lo que es una obra de arte. Pero también tiene amor por las cosas, un amor inmenso por la estética. Amar lo hermoso es un privilegio, decía González Suárez, que también era crítico de arte. Amar lo hermoso es conocerlo pero, sobre todo, amar la verdad encerrada en él.
Es destacable el amor que Inés tiene a su profesión, a los productos que ha manejado pero, sobre todo, es un gran ser humano, generosa y activa, que sabe dar todo lo que tiene con una generosidad envidiable.
No se entiende a una persona importante, de gran calidad humana, si no tiene esa generosidad profunda que viene de dentro. Inés Flores tiene esa gran riqueza que todos reconocemos.