Los generadores elevan el ruido y el esmog

Redacción Quito

Desde las 08:00, el ruido acumulado de los generadores eléctricos obliga a elevar el tono de voz de los estudiantes y comerciantes en la calle Ramírez Dávalos, en el sector de la Universidad Central.

El ruido causado por los generadores dura, en ese sector, desde las 08:00 hasta las 10:00. La mañana del pasado lunes, el ruido se prolongó por más de tres horas porque el fluido eléctrico se reactivo pasadas las 11:30.

El efecto del ruido
La contaminación por ruido genera riesgo de una disminución en la capacidad auditiva, así como la posibilidad de trastornos  psicológicos (paranoia, perversión) o fisiológicos por la excesiva exposición al ruido.
Un informe de la Organización Mundial de la Salud manifiesta que el nivel de ruido considerado perjudicial para el oído humano se encuentra alrededor de los 90 decibeles.
Los ruidos emitidos por las fuentes fijas y móviles cerca de los centros hospitalarios, educativos, lugares de descanso y áreas residenciales no deben rebasar el nivel máximo de decibeles durante el día y de 45 decibeles desde las 20:00 hasta las 06:00.Fabricio Campaña, comerciante del sector, aseguró que el horario de los cortes se ha respetado en las últimas semanas. Pero la extensión del corte del  lunes incrementó las molestias que causan el ruido de los cerca de ocho generadores que se colocan en las veredas y zaguanes.

Aunque Marina Flores ya está acostumbrada al ruido de la avenida, dijo que el incremento de ruido por los generadores le altera los nervios. “El ruido es tal que toca levantar la voz para poder atender a los clientes”.

Pero los clientes también tienen que elevar el tono de voz para efectuar sus pedidos. Ese fue el caso de Andrea Ocaña, estudiante de la Facultad de Filosofía de la U. Central, quien frecuenta los negocios del sector. “Hay  gritar para que nos atiendan”.

En la avenida 12 de Octubre, además del ruido, el penetrante olor de los gases que emanan los generadores por el consumo del combustible también molesta a transeúntes y comerciantes.

A partir de  las 11:00 de ayer, las calles Roca y Luis Cordero se llenaron de estos aparatos que funcionan con gasolina.

Sergio Ochoa sentía en sus fosas nasales el penetrante olor de los gases de combustión, mientras compraba en la tienda de Soledad Paredes, en la Cordero.
Ella asegura que  también le molesta el ruido del aparato y el olor de los gases. “Pero  sin este aparato es difícil mantener algunos productos congelados”.

Bajo el puente de El Guambra (10 de Agosto y Patria) hay locales que son subterráneos y necesitan de estos artefactos para encender las luces interiores.

Jorge Enríquez esperaba ayer un bus a Carcelén a las 10:40, en la parada que queda bajo el puente. Durante los 15 minutos que esperó, sacó un pañuelo para taparse la nariz porque no soportaba el olor que emanaba el gran aparato cerca de la calzada.

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